-- -- -- Sol-Naciente: Capítulo 8.- INSTINTOS (Capítulo completo)

viernes, 15 de octubre de 2010

Capítulo 8.- INSTINTOS (Capítulo completo)

- Entonces, ¿cuál es el plan?
- Edward intentará entrar en su mente -me contestó Alice de forma apática.
- ¿Cómo? -Jasper avanzó unos metros hasta estar muy cerca de Rose, dejando los dos bandos bien diferenciados. De un lado, los que opinaban que era necesario que la chica se fuera cuanto antes y del otro, los que creíamos que lo mejor era esperar a que curara su brazo para después… ¿pedirle que se fuera?
Era la primera vez que tomaba parte en una decisión que no me incumbía directamente y que provocaba opiniones encontradas. Me hacía sentir pequeña, algo así como Renesmee, parte de la familia pero sin la sabiduría y la madurez suficiente como para emitir juicios. Hubiese preferido que, al menos en este asunto, no me tuvieran en cuenta.
Sin embargo, yo siempre había sido capaz de diferenciar la línea que separaba lo bueno de lo malo y tomar mis propias decisiones. Pero ahora se había vuelto demasiado borrosa. Quizá aún necesitara más tiempo para ubicarme. O tal vez fuera que éste era el modo en que mi cerebro con defecto de fábrica respondía a esta nueva existencia. Aunque había otra posibilidad que no me gustaba demasiado.
Durante todo este período, desde que mi vida había entrado en esa apacible cotidianeidad, había permitido que los demás tomaran las decisiones por mí, evitando cualquier pensamiento ajeno a la dulce existencia junto a mi marido, mi hija y mis amigos; hasta la ropa era algo que me elegían y si hacía algo nuevo, era porque otra persona pensaba que me vendría bien. Yo sólo me dejaba llevar y ahora mi mente estaba oxidada. ¿Era esto?
-Se lo voy a pedir -contestó Edward lentamente con el gesto ausente, como si estuviera visualizando el modo en que lo haría.
Él estaba seguro de que era la chica de forma voluntaria quien impedía que sus habilidades influyeran sobre ella. Simplemente se lo pediría.
Pero, aunque Edward consiguiera leer su mente, si ésta no podía recordar nada, ¿de qué iba a servir? Y además, aún quedaba un detalle que nadie mencionaba.
Me recorrió un pequeño escalofrío al pensar en aquello: si contaba lo que había pasado, la tomarían por loca. ¿O tal vez no le confiara el secreto a nadie, como hice yo? Pero si lo hacía, nos expondría a todos y con ello no me refería a mi familia, sino a todos los vampiros.
Si eso ocurría, la matarían.
Quizá era un detalle demasiado obvio como para debatirlo. Imaginé que tendrían algo pensado.
Me empecé a sentir rara, con la boca seca y como si les faltara aire a mis pulmones, lo cual resultaba estúpido. Un acto reflejo me hizo respirar con más ansia pero fue peor. Al inhalar, la boca se me secó más, mi propia saliva me supo dulce y me quemó la garganta. Sin embargo, no tenía sed, habíamos ido de caza la víspera de la fiesta.
Oí un chasquido. Eran los dientes de Emmett al apretar la mandíbula de golpe. Se había puesto en pie y estaba envarado con los ojos completamente negros. Me fijé en los demás y sus expresiones reflejaban la misma ansia. Los ojos oscurecidos de Alice se quedaron mirando por un fugaz instante el infinito y cuando volvió en sí su cara se desencajó por el horror.
- ¡Salid de aquí! –ordenó Edward de manera urgente con un tono desesperado.
- No regreséis hasta que os avisemos – les previno Carlisle con la voz tensa.
Alice asió apresuradamente a Jasper de la mano y salió dispara como un rayo. Esme asintió y salió detrás de Emmett y Rosalie, desapareciendo de mi vista en apenas unos segundos.
- Bella, márchate con ellos -me rogó Edward.
- No, me quedo contigo – disentí, manteniéndole la mirada.
Mi hija estaba allí arriba, con Jacob; primero me aseguraría de que todo estaba bien y si no podía soportarlo, me marcharía, pero con ella en mis brazos.
Mientras, Carlisle subió a la habitación y cuando abrió la puerta una bofetada de aire llegó a mí, cargada de un perfume que no había percibido antes. Mis piernas flaquearon y por un instante pensé que me iba a desplomar contra el suelo, pero ese mismo olor hizo que, de manera involuntaria, mis músculos se tensaran, poniéndose alerta.
- Coge aire -me aconsejó Edward antes de llegar arriba.
Lo único que realmente me frenaba de lanzarme sobre aquella indefensa muchacha era la presencia de mi hija a su lado.
- Vete -me ordenó Edward.
- Renesmee – apenas siseé.
Edward se inclinó hacia adelante, pero Carlisle se interpuso en su camino.
- Sólo quiero sacar a Nessie -el nombre de mi hija fue casi un susurro e imaginé que ya no disponía de más oxígeno en sus pulmones para hablar. Su expresión era rígida, dura y, sin embargo, en sus ojos había un brillo que no pude reconocer del todo. Era algo nuevo.
- Si no podéis aguantar, será mejor que os marchéis con los demás.
Envidié la aparente desenvoltura de Carlisle. ¿Tenía tanto control de sí mismo que era capaz de inhalar aquel fuego dulce?
Los labios de Edward se contrajeron en una mueca de dolor y oprimió con más fuerza mi mano, seguramente para evitar lanzarse contra ella. Verle así me hizo vacilar y mi determinación se esfumó por una fracción de segundo, donde todo a mí alrededor se borró. Tan sólo era capaz de percibir el cuerpo caliente de aquella desconocida. Cada latido de su corazón parecía hacer rebotar las moléculas de aire que estaban en contacto con ella, provocando ondas como en un lago, que llegaban a mí ampliadas hasta el infinito. Entonces, el regusto del aroma que había percibido en el salón embriagó cada célula de mi piel, provocando un auténtico frenesí de ira y deseo. Mi mente dejó de ser racional y se desconectó de mi cuerpo, que parecía tener vida propia. Noté cómo la boca se llenaba de ponzoña. ¿Qué estaba pasando? Jamás en toda mi corta existencia vampírica había notado algo así. El recuerdo atormentado de Emmett apareció en el instante exacto en el que mi cuerpo había tomado la decisión de saciar ese incontrolable deseo de matar.
El profundo rugido que sonó en el pecho de Edward al tragar un poco de aire me hizo volver en mí. Esperé cautelosamente por si él decidía lanzarse. ¿Reaccionaría e intentaría pararle o, por el contrario, me arrojaría detrás de él?
Sentí una repentina sensación de náuseas.
Busqué dentro de mí algo que me hiciera sentir culpable o un pequeño atisbo del autocontrol que me caracterizaba, pero, por más que intenté controlarme, parecía ganar el ardor que quemaba bajo mi fría piel de piedra.
Edward abrió los ojos muy lentamente y dio un paso hacia atrás.
- Puedo con esto -le contestó a Carlisle intentando controlar el tono de su voz.
Si él puede, yo también, me dije a mí misma, apretando su mano y descartando de inmediato la posibilidad de respirar.
Se miraron fijamente a los ojos durante unos segundos. Edward asintió despacio y Carlisle salió rápidamente de la habitación, dejándonos con ellos.
No entendí muy bien a qué estábamos esperando. ¿Tan importante era que durmiera? ¿Era yo la única que pensaba que ante aquello cualquier inmensurable esfuerzo de cordura resultaba demasiado débil?
Afortunadamente, Edward no me dirigió la palabra durante las horas que permanecimos allí. De vez en cuando notaba sus ojos fijos en mí, pero intenté que nuestras miradas no se encontraran. No quería que percibiera mi debilidad.



El resto de la familia debía seguir fuera, esperando que terminara esta lenta tortura. Cualquier ruido que Carlisle hacía, abriendo y cerrando libros en su despacho, quedaba atenuado por la pesada respiración de Jacob y el ensordecedor y rítmico latido del corazón de aquella muchacha. Ahora todo en ella era increíblemente perceptible.
¿Por esto ella no quería dormir? ¿Acaso sabía que esto ocurriría?
Miré de refilón a Edward, que seguía sujetando mi mano. Sus ojos se movían rápidos, estudiando primero la cara de Jake y después la de ella.
Presentí que quizá mientras dormía sí era capaz de leerle el pensamiento. Al igual que su presencia era imperceptible despierta y tan abrumadoramente notable cuando estaba dormida, del mismo modo, el escudo que la protegía se esfumaba mientras tenía la guardia baja y ahora era capaz de leer lo que pensaba, o en este caso, soñaba.
Ella yacía de una forma muy rara. En un primer momento se había aovillado. Recordé lo que había dicho Carlisle del frío y que no parecía capaz de producir calor propio. Mi amigo era una estufa, en días de invierno alcanzaba los 43 grados, así que se había ido dejando caer sobre el costado, hasta quedar completamente pegada al brazo de Jake, pero con el torso girado hacia nosotros, a fin de evitar que el cabestrillo quedara aplastado entre los dos. Con esta postura su cabeza quedaba en el aire, sin nada en que apoyarse, dejando el cuello doblado como si alguien se lo hubiera descoyuntado del cuerpo.
No podía determinar cuántas horas pasamos así, observando, sin movernos, sin hablar.
Renesmee empezó a estirarse de manera perezosa y su padre se deslizó hasta ella cogiéndola en brazos con mucho cuidado. Estudió su cara y su cuerpecito por un instante, como si quisiera asegurarse de que todo estaba bien. Sus ojos se inundaron de ella y la besó con ternura en la frente. Acercó su mejilla y la acunó suavemente mientras volvía a mi lado. Para mí, ellos dos eran lo más bonito de todo cuanto jamás pudiera imaginar. Edward era un padre perfecto, como en el resto de sus facetas. Verlos juntos, sobre todo en ese tipo de escenas, me embargaba de dicha y por un momento en mi mente no existió otra realidad.
Me ofreció a la niña y me besó rozando apenas sus labios con los míos. Su aliento tenía el matiz dulce de la esencia de la humana y cuando lo noté en mi boca, me lancé contra la suya en busca de más. Él me asió fuertemente por los hombros, deteniéndome con una expresión inescrutable. Desvié la mirada, incapaz de mantenerla ahora que él conocía mi debilidad. Me mordí el labio nerviosa, demasiado nerviosa. Si no fuera porque ahora mi piel era dura como el mármol, seguramente me habría hecho sangre. Cogí a la niña y, sin mirar atrás, abandoné la habitación tan rápido como pude.
El contacto con el aire exterior relajó mis sentidos. Mi mente se despejó completamente pero también fue como un bofetón con la realidad.
El resto del grupo estaba al otro lado del recodo del río. Los ánimos estaban encendidos y Rose no hacía más que refunfuñar entre siseos.
- ¡Que se vaya! No tenemos que hacernos cargo de todos los bichos raros abandonados por ahí. No es nuestra responsabilidad. ¿Qué pasará cuando alguno de nosotros la haga daño de veras? Cuando Edward nos pidió que nos marcháramos de aquí para proteger a Bella, nadie puso objeciones y ahora, en vez de deshacernos de ella, dejamos que una humana, demasiado apetecible para todos, se eche una siesta en nuestra propia casa. ¿Nos estamos volviendo locos?
- Carlisle ya le ha dado su palabra de que la ayudaríamos.
- Esme, ella no es uno de los nuestros. – le contestó relajando un poco la tensión de su voz.
- ¡Oh, venga, Rose! -se quejó Alice.
- Hermanita, ¿qué viste?
- Ya sabes que no la veo, Emmett.
- Algo viste -inquirió Rose con una voz llena de acusación-. Si no, Edward no hubiese estado tan quisquilloso contigo.
- Alice, si es algo que nos va a afectar a todos, tenemos derecho a saberlo.
- Emmett, no es una visión como las que suelo tener, ¿vale? Es más una premonición.
- ¡Oh!- gritó frustrada Rose- ¿Te desempolvo la bola de cristal?
- Rose -intervino Esme.
- Ella es… es… es más de lo que pensamos.
- Gracias -le contestó sarcásticamente Rose.

5 comentarios:

  1. Ay!!! pero porque me haces esto!!! está demasiado caliente la cosa!! Y lo mejor Ness y Jacob durmiendo con ella. Simpatica escena!!

    Pobre chica, pronto la darán un bocadito.

    Me gusta este capi, espero la proxima el lunes...

    Gracias por actualizar...

    Besis mi reina (buen finde)

    ResponderEliminar
  2. joooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo....Alice, qué ha visto???así nos dejas, con la miel en los labios??Maliiiiiiiiiiiisima eres!!! :P Perfecto, intrigante, y las descripciones muy jugosas. Genial :)

    ResponderEliminar
  3. jolinnnn,me encantaaaa,cada vez mejor,pero haz el favor de no ser tan mala y dejarnos tres dias con la incertidumbre...

    ResponderEliminar
  4. vaya es mas de lo q piensan q sera esta extraña entonces me muero de la curiosidad
    a seguir leyendo
    gracias ase tiempo q no me entretenia tanto con una historia

    ResponderEliminar
  5. ``¿es mas de lo q pensamos?´´
    estoy con rose quiero saber q pasa

    ResponderEliminar