Capítulo 1.- MI VIDA. (3ª y última parte)

     -Yo me encargo, no te preocupes. Tú ve a cambiarte.

     -De acuerdo -me estrechó de nuevo, levantándome del suelo. Me besó la base del cuello y en esa postura se dirigió a la puerta. -Dile que está todo bien y que iremos ahora mismo.

     Me soltó y me recompuse la ropa y la cara, mientras me miraba divertido.

     – Edward, ¿ha pasado algo?

    Edward se rió entre dientes y me susurró:

     –Niñerías -me guiñó un ojo y se marchó corriendo, desapareciendo en unos segundos.

     - Hola, Embry, dime –por su expresión, estaba claro que tenía prisa.

     –Hola, Bella, me manda Jacob. Quiere saber si está todo bien y si vais a tardar mucho. El autobús que nos han dejado en la escuela de la reserva es un poco viejo y, al parecer, van a necesitar ayuda para…-no sabía cómo seguir.

     -Pensé que de eso se encargaban Seth y Emmett. Se fueron hace ya un rato.

     - Sí…, no, si ellos ya están allí- susurró.

     -¿Embry…?

     -¿Por qué no se lo preguntas tú luego? -no dejaba de moverse, cambiando su peso de un pie a otro,  como si fuera a echar a correr-. Lo siento, es sólo que estoy cansado de hacer de recadero para Jacob. Mira, ¿por qué no le dejáis tranquilo? Ya es mayorcito para decidir lo que quiere hacer con su vida, sin necesitad de que le agobiéis.

     - Captado -no pude decirle más. Había resuelto hablar esa misma tarde con Jacob y no iba a cambiar de opinión. Sólo quería hacerle entender nuestra postura.

     - Entonces…me marcho- parecía más una pregunta que una afirmación, como si estuviera pidiendo permiso.

     Caí en la cuenta.

     - Dile que me ha dicho Edward que está todo bien y que iremos en seguida - su expresión se relajó casi al instante. No pude evitar tener la sensación de que me estaba perdiendo algo y que era la única que no se enteraba.

     – Imagino que te lo acabará contando él mismo - no sabía si se refería a Jacob o a Edward-. Sam ha tenido algún…él y Edward tienen puntos de vista distintos en cuanto…bueno, creo que esta mañana en la ronda han tenido algún problema -enfatizó esta última palabra.

     -¿Cómo que algún proble…?

     -Me marcho. Adiós, Bella -se dio media vuelta y desapareció. Segundos después, vi la sombra de un lobo alejándose entre los árboles.

     El trayecto en coche sería muy corto, a lo sumo, veinte minutos hasta el desvío; a partir de allí era una incógnita saber cómo íbamos a llegar hasta nuestro destino.

     -¿Puedes contarme qué es lo que ha pasado esta mañana? Tengo la sensación que soy la única que no lo sabe.

     - En realidad, no ha sido nada -me miró de reojo estudiando mi expresión - Va a ser un día genial. Relájate y disfruta. No empieces a ponerte catastrofista.

     -Edward- intenté parecer sería y relajada-, al final me voy a enterar y, mientras, mi imaginación está pensando cualquier cosa que seguro es mucho peor que la realidad; así que, por favor, dime qué tontería ha ocurrido esta mañana.

     -¿Prometes que lo dejarás estar?

     Puse los ojos en blanco y suspiré.

     -Lo prometo.

     -Esta mañana Sam vino con dos chicos “nuevos” que se pusieron un poco nerviosos en cuanto nos vieron. Estuvieron más pendientes de nuestro rastro que de lo demás. Sam se puso un poco irritable y Carlisle le sugirió que lo mejor sería dejarlo por hoy. Pero, por si acaso -pronunció estas palabras en un volumen algo superior-, decidimos hacer una segunda batida, por eso nos retrasamos. Como ves, no es nada, una “niñería”.

     Edward empezó a conducir algo más despacio y, antes de que pudiera darme cuenta, estaba girando a la derecha. No sabía cómo lo habían conseguido pero a través del parabrisas vi cómo se abría un estrecho camino entre la espesa maleza del bosque. Habían intentado nivelar los profundos baches del suelo disponiendo algunas ramas, aunque el éxito era un tanto cuestionable. Sin duda, el viejo autobús prestado por la escuela de la reserva iba a necesitar más que ayuda para atravesar ese  tortuoso camino.

     -¿De veras creen que podrán llegar los invitados? -intenté no sonar demasiado incrédula.

     -Creo que los chicos tienen un plan B -me volvió a mirar por el rabillo del ojo, esperando mi reacción.

     Fruncí el ceño. Sabía exactamente lo que estaba esperando y no se lo iba a dar; me mordí la lengua para no preguntar y volví la cara al frente. Al cabo de unos minutos, fue él quien rompió el silencio.

     -¿No me vas a preguntar qué es lo que han planeado? ¿No te preocupa que algún humano acabe a lomos de algún lobo o que les hagamos venir volando en escobas? –su tono sonaba irritantemente sarcástico.

     -Vale, vale. Imagino que estará bien lo que se suponga que van a hacer para solucionarlo.

     Enarcó ostensiblemente las cejas mientras me miraba. Finalmente dejó que la sonrisa que reprimía ocupara todo su rostro.

     - Bella, será un día estupendo -su voz aterciopelada cumplió su función y me relajó un poco.