-- -- -- Sol-Naciente: septiembre 2010

jueves, 30 de septiembre de 2010

Capítulo 5.- EL INCIDENTE. (1ª Parte)

Carlisle y Edward continuaban examinándola cuando llegamos. Rose cogió a Nessie y la llevó a nuestra casa para acostarla. No querían que estuviera allí por si la chica causaba algún problema.
Los demás estaban reunidos en el salón, hablando sobre la partida de reconocimiento. Por lo que pude entender, gran parte del grupo de Sam estaba de vuelta en La Push. No habían encontrado nada.
Guardé la discusión con Charlie en un rinconcito de mi mente y me concentré en la conversación
- ¿Y el grupo de Jacob?- pregunté a Jasper, que era el que acababa de hablar.
- Siguen buscando. Van a investigar por el oeste, que es de donde venía la chica.
- ¿Cómo lo sabéis, si no había ningún rastro? -pregunté sorprendida.
- Han encontrado algunas manchas con su sangre por esa zona. Pero es complicado, porque están muy dispersas.
Empecé a notar la garganta seca. La casa entera tenía el mismo aroma que desprendía la ropa de la chica. Me acerqué a la ventana que estaba abierta. Seguía lloviendo y agradecí el olor a tierra húmeda.
- ¿Ella es… como Nessie? -pregunté con la voz algo tensa. Necesitaba saber si, en el futuro, mi hija podría correr la misma suerte.
- No -me aseguró Esme con una mirada tierna-. En un primer momento, Carlisle pensó lo mismo. Pero, al reconocerla más detenidamente, llegó a la conclusión de que no era así.
- ¿Está seguro? -interrumpió Alice-. Veréis, está claro que tiene algún tipo de don. Si no, ¿cómo es posible que haya atravesado el bosque y se haya plantado allí mismo, sin que ninguno nos diéramos cuenta? Éramos ocho vampiros y casi treinta lobos y ninguno fue capaz de olerla u oírla – hablaba tan rápido que sólo se oía su prolongado siseo-. Está claro que no es humana, pero tampoco una de nosotros -continuó-. ¿No puede ser un término medio? Aunque no de la misma clase que Nessie. Quizá estos niños varíen, dependiendo de quién sea su padre. Y por eso, no la percibimos ni puedo tener visiones de ella, como con Nessie. Aunque no de la misma manera…- dejó la frase en el aire.
- Yo tampoco puedo influir en ella- apuntó Jasper, sentándose en el sofá blanco que presidía el salón al lado de Emmett.
- ¿No podéis usar vuestros dones con ella? -me quedé perpleja.
- No y tu marido tampoco. Eso le trae de cabeza -dijo Emmett jocosamente mientras señalaba su frente con el dedo índice.
- Eso es muy raro -pensé en voz alta.
- Tiene pulso, pero no es como Nessie. Por ahora, es todo lo que sabemos -resumió Esme.
- ¿Pulso? ¡Entonces, debe tener el corazón más silencioso del mundo! -se quejó Emmett. Se levantó y empezó a andar por la habitación de un lado a otro. Jasper se rió entre dientes.
- Siéntate, Emmett -le ordenó Alice-. Me estás poniendo más nerviosa.
En ese instante, apareció Edward, que corrió a mi lado. Dejé que me envolviera en sus brazos y, por un instante, el negro agujero que la culpa había abierto en mí se iluminó. Charlie quedó reducido a un pequeño murmullo que zumbaba en alguna parte de mi mente y, de manera totalmente egoísta, permití que el cálido contacto de mi marido inundara todo, borrando lo demás.
Detrás, bajó Carlisle con el rostro cansado, reflejando lo largo que estaba resultando el día. Yo no era la única a quien se le antojaba interminable.
Se acercó hasta el sofá y se sentó al lado de Esme. Ambos se cogieron las manos y nos buscó uno a uno con la mirada.
- ¿Es humana? – se adelantó Emmett.
- Creo que sí. Su naturaleza se asemeja más a la humana que a cualquier otra -aclaró Carlisle con serenidad.
Emmett hizo una mueca de desaprobación.
- Eso, ¿dónde nos deja? -le preguntó a Jasper con recelo.
- ¿Late su corazón?- dijo Jasper serenamente.
-Sí -contestó contundente Carlisle.
-¡Mierda! -protestó Emmett. Seguramente había perdido alguna apuesta- ¿Cómo es posible? No se le oye.
- Tiene pulso -Jasper arqueó las cejas, sin molestarse en mirar a su hermano.
- Me tienes que explicar cómo lo has sabido. No pienso pagarte hasta que…
- Chicos -les interrumpió Esme pacientemente-, ¿podéis dejar eso para más tarde?
- Disculpa, Esme -contestó Emmett.
Carlisle esperó unos segundos y empezó de nuevo.
- No me ha permitido examinarla a fondo. Está muy desorientada, no sabe dónde se encuentra o cómo ha llegado aquí. Tampoco recuerda cómo se llama. Ni siquiera es capaz de mantener una conversación coherente. Presenta signos de deshidratación y una ligera desnutrición. Tiene unos cuantos cortes y arañazos superficiales que ya están cicatrizados. No parece tener ninguna herida interna. Aunque no he podido escuchar su corazón, el pulso es muy fuerte y la tensión está bien, así que se recuperará. Por lo demás - se calló durante un instante; intuí que ahora vendría lo realmente extraño-, su temperatura corporal es de unos 32 grados. Sufre una tiritona constante. Creo que no es capaz de generar calor corporal por ella misma. No huele, es decir, no exhala ningún perfume. Sin embargo, la sangre de su ropa guarda un aroma muy intenso, a pesar de que es de hace días. Su piel es fina como la de cualquier humano y - Carlisle hizo una pausa- tiene dos marcas.
No pude evitar ponerme rígida. Si al final era cierto que era como Nessie, un semi vampiro con un don que explicara esas rarezas, quería decir que alguien se dedicaba a atacar a los de su clase. Intenté prestar atención de nuevo a Carlisle mientras Edward tenía los ojos fijos en mí.
- Una parece ser algo más reciente, quizá de hace una semana.
- ¿La de la nuca? -quiso saber Emmett.
- Exacto. La otra es de hace mucho más tiempo. La tiene en la base del cuello -dijo pasándose la mano entre la clavícula y el hombro-. Estoy seguro de que no va a convertirse en una neófita. Tendría que haberlo hecho ya. Si no con la primera marca, desde luego sí con la segunda. Pienso que no supone ningún peligro y, si no fuera por su temperatura o por lo que parece un don para no hacer notar su presencia, se podría decir que es humana. A esto, hay que añadir que ninguno de vosotros parece poder acceder a ella mediante vuestros dones
- Tienes razón -señaló Alice-; al principio, pensé que era como cuando intento tener una visión donde participa Nessie o los licántropos. Pero con ella es distinto. Es como si las imágenes fueran a una velocidad superior, por lo que no soy capaz de diferenciar lo que sucede -hizo una mueca de frustración y se quedó mirando a Jasper, que contestó impasible.
- Yo sí consigo percibir algo, pero tampoco es como lo que siento con los demás. Son pequeños destellos muy sutiles.
Las miradas se dirigieron a Edward.
- A mí, simplemente no me deja -dijo desviando por primera vez la mirada de mi rostro-. Lo intenté en el campo y en un primer momento tuve una imagen. Algo la seguía, pero creo que se dio cuenta de que estaba leyendo su mente y se bloqueó. A partir de ahí, todo fue negro -su voz sonaba un poco irascible.
- Hermanito, ya no es lo que era, ¿eh? –Emmett se puso en pie.
- Un momento, Emmett. Hay más. Habla italiano.
- No es su lengua materna -añadió Carlisle enseguida. Seguramente ya habían tenido esa discusión.
- No he visto nada, Edward -respondió su hermana con voz ofendida.
- No me gustan las coincidencias, Alice.
- Lo sé, Edward. A mí tampoco; probablemente, a ninguno de los que estamos aquí.
- Dejémosla descansar un rato. Quedan sólo unas horas para el amanecer. Cuando se le haya pasado el sedante, seguramente estará en condiciones de contarnos algo -medió Carlisle.
- Bueno, me voy a contárselo a Rose, debe estar ansiosa por saber qué ha ocurrido por aquí.

martes, 28 de septiembre de 2010

Capítulo 4.- CHARLIE. (2ª y última parte)

La conversación estaba yendo por unos derroteros que no me interesaban en absoluto.
- Me voy -me volví y me fui directamente al salón.
- ¡Ah, no, no! De eso nada. No te vas a marchar de aquí hasta que quede esto claro.
- ¿El qué, papá? Si no eres capaz de aceptar las cosas tal y como son, ya sabes lo que pasará. Nessie y yo nos iremos -me arrepentí nada más pronunciar esas palabras.
- Lo siento, Bella, pero no cuela. Ya me has amenazado otras veces con eso como para que surta efecto ahora.
Puede ser que lo hubiera usado antes, pero esta vez iba muy en serio. Me entristecí al pensar en una posible partida de Forks porque Charlie no pudiera seguir manteniéndose en la ignorancia de nuestra existencia.
Tenía que intentar ser más diplomática y redirigir la conversación a otro punto.
Puedo hacerlo.
Me intenté animar de forma patética. Sólo tenía que averiguar cómo.
- Hagamos una cosa: déjame ver qué es lo que ha pasado, porque ni yo misma tengo una idea muy clara sobre lo que ha ocurrido. Cuando lo sepa, te contaré todo lo que pueda -mi intento de parecer convincente dejaba mucho que desear.
Resopló sonoramente.
-Papá, ahora no vamos a resolver esta cuestión. Podemos seguir discutiendo hasta decirnos cosas que nos duelan y de las que nos arrepentiremos más tarde. Pero, si en realidad te preocupa lo que le ha pasado a esa chica, tendrás que confiar en mí y dejar que sepa realmente lo que ha sucedido.
Esta vez lo había hecho algo mejor.
- El problema es que, a veces, pienso que estás forzando mucho esa confianza. Me pides algo que no me das.
Me quedé callada. No se me ocurría ninguna frase elocuente, ninguna mirada, ningún movimiento que pudiera rebatir eso.
El timbre de la puerta sonó y pegué un respingo. Quien hubiese llamado, entró antes de que fuéramos a abrirle.
- Hola, ¿se puede? -la dulce voz de Alice se oyó en el recibidor.
Charlie cogió aire y se pasó las manos por la cara, intentando borrar la tensión.
- Claro, Alice, tú siempre eres bienvenida a esta casa.
- Hola, Bella, ¿qué tal? -se acercó a darme un beso en la mejilla-. Tuve una visión en que se te ponían las cosas difíciles por aquí y he venido a echarte una mano -me siseó rápidamente al oído.
- Ojala hubieras llegado hace unos minutos -le respondí en un susurro casi inaudible.
Se encogió de hombros con cara de disculpa.
- Charlie, me ha llamado Carlisle. Me ha pedido que te diga que puedes llamarle cuando lo desees para contarte qué tal está la paciente.
- ¿Qué se sabe de ella? O, más bien, ¿qué puedo saber yo? -nunca había usado ese tono con Alice. Sin embargo, ella siguió hablando, como si el humor de Charlie no fuera tan malo.
- Es una turista -dijo despreocupadamente mientras se apoyaba en la encimera de la cocina al lado de Charlie-. Al parecer, estaba de excursión con su novio. Se pelearon, ella se alejó y acabó perdida.
- ¿Y el novio?
No tenía muy claro si Charlie se estaba tragando la historia de Alice o si sólo hacía su rol en esa pantomima, sabedor de que no conseguiría nada más que esa explicación.
- Él es un cretino. Esme le ha llamado. Dice que le da igual. Estaba en el hotel a punto de marcharse. No quiere saber nada de ella.
- ¿En qué hotel estaban?
- Estaban alojados en un hotel de Seattle y habían venido a pescar. ¿Algo más, señor Sheriff? -añadió en tono de broma.
- No, perdona, Alice, es sólo que estoy cansado. Tendré que acercarme a la comisaría para hacer un informe…
- ¿Por qué no esperas a mañana, cuando hayas hablado con ella? Quiero decir, el día ha sido muy largo y nadie está esperando ese informe, ¿no?
- ¿Mañana podré hablar con ella?- preguntó sorprendido, ignorando la última frase.
- Claro, Carlisle le ha dado algo para dormir y probablemente lo haga por unas cuantas horas, pero imagino que mañana estará perfectamente.
- Entonces voy a llamar a Carlisle -se dejó caer en una de las sillas y Alice le ofreció su móvil.
Me pareció un poco más animado.
- Dale a rellamar- le dijo Alice mientras se movía por la habitación y se ponía a mi lado.
- Carlisle, hola, soy Charlie. ¿Qué tal está la chica? -Carlisle debía de estar contándole la misma historia que Alice y Charlie se limitaba a asentir de vez en cuando.
- ¿Estás bien? -me preguntó Alice cuando mi padre estuvo completamente absorto en su conversación.
- Sí -mentí descaradamente. No me apetecía rememorar la charla que acababa de tener- ¿Habéis terminado ya? -pregunté para cambiar de tema.
- Sí, no hemos encontrado nada interesante. No hay ningún rastro por la zona.
- Gracias, Carlisle, entonces nos vemos mañana. Adiós -Charlie cerró el móvil cuidadosamente y lo dejó encima de la mesa. Se levantó y se dirigió hacia la ventana-. Me pregunto por qué tarda Sue tanto.
No me apetecía seguir allí, observando a mi padre, ahora que sabía lo mucho que le habían afectado mis decisiones, pero tampoco quería dejarle sólo. Alice parecía seguir el hilo de mis pensamientos.
- No tardará en venir -me aseguró.
Pasaron más de diez interminables minutos hasta que oí aproximarse un coche, tiempo en que el silencio se me hizo insoportable. Por momentos, quería ir hasta donde estaba Charlie y abrazarle mientras le volvía a pedir perdón por todo y, en otros, quería ponerme a gritarle por haber empezado a dudar de nosotros. Todo había funcionado perfectamente hasta ahora. O eso creía yo.
- Ya está aquí -anunció Charlie aliviado.
- Bueno, creo que va siendo hora de que nosotras nos marchemos. Voy por Nessie -se adelantó Alice.
- Bella -Charlie se acercó a mí y antes de que pudiera reaccionar, me estaba abrazando-, perdona por lo de antes. ¡Vaya, hija, estás helada!
- Sí, me he quedado destemplada ahí apoyada. Papá, yo…
- Déjalo, cariño. Creo que por hoy ya hemos tenido suficiente.
Sue abrió la puerta
– ¿Charlie? -dijo desde la entrada.
Mi padre me besó la frente y me soltó. Se fue a la entrada antes de que se me ocurriera algo para devolverle ese gesto de cariño. El pequeño móvil de Alice empezó a vibrar encima de la mesa. Al cogerlo, vi el número de Edward en el visor.
- Hola - intenté conferirle a mi voz un tono más animado, pero no resulté convincente ni para mí misma.
- ¿Estás bien?
- Bueno, ha sido sólo un poco peor de lo que esperaba.
- Lo siento, te dije que no estarías sola y…
- Dijiste que lo intentarías. No te preocupes, Alice ha llegado al rescate.
- Todo se arreglará -esperó en silencio-. Voy a pasarme a buscaros.
-No hace falta -le dije de inmediato. Lo último que me faltaba hoy es que Charlie le soltara ese sermón a Edward -. Cogeremos tu coche para ir a casa. Te veo ahora -colgué el teléfono. Alice ya tenía a Nessie en brazos y salía por la puerta. Me despedí lo más rápido que pude, prometiéndoles que mañana les vería.
Él es feliz, intenté convencerme. Sue se encargaría de que así fuera.
Miré el camino a través de los cristales en los que empezaban a aparecer grandes gotas de lluvia. A lo lejos, un relámpago iluminó el horizonte. Todo había pasado. En unos minutos estaríamos en casa.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Capítulo 4.- CHARLIE. (1ª parte)

Reuní toda la valentía de que fui capaz y paré el motor del coche, descartando la posibilidad de salir huyendo. El Volvo estaba aparcado al lado del patrulla de mi padre, que me esperaba con la luz de la entrada encendida.
El cielo estaba cubierto de una densa capa plomiza de nubes que descargarían de un momento a otro. Me encogí un poco al pensar que la verdadera tormenta estaba dentro de la casa. Nessie dormía de manera plácida y la tomé en brazos de forma cuidadosa para que no se despertara. Quizá Charlie no se atreviera a chillarme con ella en mi regazo.
Antes de que llegara a la entrada, la puerta se abrió y salió mi padre, acercándose a grandes zancadas.
A pesar de la distancia y la oscuridad, pude apreciar en sus ojos un brillo de enfado que se desdibujó en cuanto se percató de que llevaba a Nessie conmigo.
- Trae, anda, ya la llevo yo- percibí cómo se encorvaba al recibir el peso de mi hija-. Madre mía, cada día pesa más, ¿qué le dais de comer?- echó a andar hasta el interior de la casa y dejó a la niña en el sofá. La observó por un momento y la tapó con la manta que solía tener en el respaldo.
-¿Dónde está Sue?- dije al percatarme de que no había nadie más.
-Se ha marchado a llevar a Quiril y Billy. No sé por qué insistió en ir ella sola. Hoy todo el mundo actúa de un modo extraño.
Me mordí el labio. Había sido una ingenua al no pensar que estaría fuera. Era evidente que tendrían que reunirse para deliberar sobre lo que había pasado y qué medidas tomar. Estaba sola con Charlie.
-¿Quieres beber algo? -me preguntó con el gesto serio de nuevo.
-No, estoy bien. Gracias, papá -contesté intentando mantener un tono agradable.
-Pues yo necesito una cerveza -se fue hasta la cocina y sacó una del fondo de la nevera. La destapó y le dio un largo trago-. Bella, necesito hablar contigo.
Charlie no era una persona a quien le gustara andarse con rodeos para según qué cosas, así que decidí que lo mejor era adelantarme a él. Había ciertas cosas que él no debía saber por su propia seguridad y qué significaba que esa chica era “como nosotros” era una de ellas.
-Papá, no sé hasta dónde podré explicarte -mi voz salió un poco estrangulada por el nudo que se empezaba a formar en mi garganta.
Me observó atónito por un segundo y entrecerró los ojos, probablemente para no dejarse llevar por el enfado. Miré al suelo para no encontrarme con él cuando volviera a abrirlos.
-Bella, cariño, entiendo que tú hayas escogido un tipo de vida que se escapa a mi entendimiento. Si esa es tu elección, de acuerdo. La tomaste siendo mayor de edad y no le preguntaste a nadie. Hasta ahora no te he dicho nada. No me creía con derecho a decirte cómo tienes que vivir tu vida, no es que yo haya sido un gran ejemplo para ti. Pero has de saber que nada de esto me gusta -continuó con un tono más severo-. He estado aguantando por ti y por Nessie, sin hacer preguntas, sin saber nada. Haciéndome el tonto cada vez que veía algo raro, como que nunca comes o bebes. Tu aspecto… a veces he de mirarte dos veces para saber que eres tú. Te ha cambiado hasta la voz. Ni siquiera tuviste el valor de contármelo tú. Tuvo que venir Jacob y…-sacudió su cabeza como si quisiera quitarse la imagen que acababa de recordar-. Bella, no te imaginas el daño que me has hecho durante estos meses, pero me decía que tú estabas bien y eras feliz y me valía con eso.
Alcé la vista y me quedé mirándole con el gesto desencajado. Sentí la necesidad absoluta de confortarle, pero no tenía modo alguno de hacerlo. Me sentí pequeña, como si mi cuerpo estuviera menguando o quizá era la tierra que había empezado a tragarme.
¿De verdad Charlie lo había pasado tan mal con mi transformación? ¿Pensaba que había perdido a su hija y no me reconocía cuando me miraba? Para eso no estaba preparada.
- Y la niña –frenó en seco su argumentación. Me dio la espalda y apoyó sus manos abiertas sobre la encimera de la cocina.
- Ella es especial- intenté hacer que mi voz sonara menos musical y lo único que me salió fue un débil susurro del que no estaba segura que hubiese escuchado.
-Sí, es la criatura más maravillosa que he visto -contestó aún de espaldas-. Bella, por vosotras puedo hacer lo que me pidáis con tal de no perderos. Puedo seguir mirando a otro lado cada vez que Nessie dobla un cubierto de plata o me habla de libros que jamás he leído ni leeré. Puedo obviar que, en apenas un año, parezca una criatura de seis. Pero -vaciló mientras se giraba y me miró con gesto suplicante- no me podéis pedir que os deje la vida de otra persona en vuestras manos, sin saber nada. Confío en que lo que tú haces es bueno para ti, porque tú lo has elegido y se te ve feliz. Pero necesito unas cuantas respuestas -ahora su voz era una mezcla de tristeza y enfado. Tuve la sensación de que había querido decirme mucho antes esto, pero nunca lo había hecho…por mí. Porque me quería.
- Charlie, yo lo siento –balbuceé. - Nunca imaginé que esto pudiera ser tan duro para ti. Sólo quería lo mejor para todos y…nunca pensé, lo siento, de verdad.
Permanecimos en silencio durante un rato, los dos mirando al suelo. A Charlie y a mí no se nos daban bien ese tipo de conversaciones.
- Lo que le pasó a esa chica, ¿se lo ha hecho un…lobo?
-No.
-¿Fue alguna otra cosa rara que desconozco? -ahora no me interrogaba mi padre, sino el jefe de policía de Forks.
- Creo que sí.
Por favor, que no me pregunte qué cosa rara es, rogué
- Imagino que es mejor que no sepa de qué se trata.
Asentí, esperando que con eso le valiera.
-¿La chica sigue en peligro? ¿Esa cosa puede atacar a alguien más?
-No lo creo, de eso se están ocupando ahora Jacob y los demás -lo era mejor no nombrar específicamente a Edward y sus hermanos, evitando así la pregunta de en qué manera intervenían ellos–. Y la chica está en manos de Carlisle. Sabes que en él se puede confiar -añadí en un intento de mejorar la situación.
- Eso creía -contestó con la voz cansada y mirando al vacío, como si su mente se concentrara en otro sitio.
Eso creía antes de saber que los Cullen eran parte de ese otro mundo del que le hubiera gustado no saber nunca nada, cavilé.
Me empezó a faltar el aire y por momentos notaba cómo las paredes se me echaban encima. La situación comenzaba a superarme.
- Papá…- necesitaba hacerle sentir mejor de algún modo.
- Bella, prefiero que no me digas nada a que me mientas -me miró traspasando mis ojos mientras pronunciaba de manera pausada estas palabras que apuñalaban mi corazón una a una. Mi corazón inerte. No tenía derecho a tener uno que latiera.
Era, con toda seguridad, la persona más egoísta que conocía. Ésta no era la primera vez en que había actuado en mi propio beneficio, permitiendo que fueran otros los que sufrieran. No quería que en esta ocasión ocurriera lo mismo. Nadie soportaría por mí esa angustia.
Le estudié detenidamente. Aquel hombre cansado y vencido, de ojos marrones rodeados de profundos surcos y marcadas ojeras, era mi padre. Apretaba los labios para callar unas cuantas acusaciones más que probablemente mereciera. Charlie soportaba una carga que yo había ignorado y que le estaba hundiendo. Me pareció, de repente, más envejecido y maldije por una fracción de segundo mi engreída juventud eterna.
-Lo siento -noté cómo me escocían los ojos queriendo llorar, pero no podían. Un vampiro no puede llorar. Otro detalle que echaba mucho de menos.
-¡Maldita sea, Bella! ¡Deja de sentirlo! -estalló- No te estoy diciendo todo esto para que te sientas mal. Lo que quiero que entiendas es que tú hiciste una elección que nos afectó a los demás, confiando en que nuestro cariño compensaría esto -me dijo señalándome con ambas manos, intentando abarcar mi cuerpo. – Pero no puedes esperar que todo el mundo se adapte a ti, a vosotros. Si esa chica está herida, debe ir al hospital, sea lo que sea. Si hay algo que le ha hecho eso, debe ponerse a la población bajo aviso y hacer lo que se tiene que hacer, independientemente de los lobos y de…vosotros. ¡No sois el centro del mundo, Bella! No podéis confiar en que todo el mundo se mueva bajo vuestros intereses sólo porque es lo que os conviene -me chilló con los ojos llenos de ira y una extraña punzada de orgullo me aguijoneó el pecho.
Los Cullen en pleno seguían viviendo allí porque yo quería permanecer a su lado, para que él no me perdiera. Era nuestra vida la que se adaptaba a la suya y no a la inversa.
- Charlie, estás muy equivocado respecto a eso- contesté a la defensiva.
- ¿Ah, sí? ¿Por qué? Venga, hija, ilústrame.
- Sabes que no puedo. Era una de las condiciones…- respondí con voz áspera.
- Una condición, sí, que acepté y que vivo con ella, pero ¿qué tiene que ver esa condición con la excursionista? O ¿acaso cada vez que aparezca alguien herido en el bosque tendré que ir a pediros permiso para llevarla al hospital?

jueves, 23 de septiembre de 2010

Capítulo 3.- LA INVITADA SORPRESA. (2ª y última parte)

Debajo de esa capa de barro, unos grandes ojos llenos de pánico se movían entre los dos vampiros que tenía delante, pues Carlisle ya estaba al lado de Jasper.
     La observé de arriba a abajo. Vestía vaqueros, deportivas y una sudadera que le quedaba muy grande. El pelo enmarañado, que le caía un par de palmos por debajo de los hombros, parecía castaño.
     Dio un par de pasos hacia delante hasta que Carlisle y Jasper caminaron en su dirección. Abrió los ojos de manera desmesurada y ahogó un grito intentando retroceder hasta el bosque, pero parecía que algo le impedía volver al abrigo de la vegetación.
     -Bella, cielo, ¿dónde está todo el mundo? – me preguntó Charlie mientras se acercaba.
     Entonces un grito desgarrador cortó el cielo. La humana enseñaba los dientes a Carlisle y le miraba iracunda.
     - ¿Qué es lo que ocurre?- entendí que, desde donde estábamos, mi padre no era capaz de diferenciar muy bien lo que ocurría-. Sujeta, cariño -me tendió la cerveza que se estaba tomando y empezó a caminar rápidamente al lugar donde estaban los tres. Oí cómo Carlisle le pedía que se relajara, pero la chica negaba con la cabeza, intentando mantener las distancias.
     - Soy el doctor Carlisle Cullen- dijo con voz suave.
     Entonces, ella cerró los ojos de manera lenta e inspiró profundamente antes de desplomarse de rodillas. Agachó la cabeza y sus hombros cayeron pesados hacia delante, mientras su cuerpo se agitaba por los sollozos entrecortados, sin parar de pronunciar su nombre.
     Carlisle la recostó en el suelo para empezar a examinarla. Su mirada estaba perdida, vacía; parecía no ser consciente de lo que ocurría.
     Charlie llegó hasta su lado.
     - ¿Está herida? – soltó de un golpe al expirar.
     - De momento, sólo he visto cortes superficiales. Me preocupa más lo desorientada que está.
     Mi padre la miraba fijamente e intentaba establecer algún tipo de contacto visual con ella.
     - Hola, soy Charlie Swan, el sheriff de Forks, ¿puedes decirnos tu nombre?- la chica no le prestó la más mínima atención -.  Cielo, ¿me entiendes?
     - Déjalo, Charlie, creo que está en estado de shock.
     A mi lado Jacob no paraba de moverse inquieto.
     - Bella, ¿tú la hueles? Sólo percibo el olor de sangre seca, nada más.
     Una brisa ligera soplaba en nuestra dirección desde el norte y no traía ningún aroma que delatara su presencia salvo ese ligero olor a sangre muerta. Intenté concentrarme en ella, prestando toda la atención a mi sentido del olfato. Estábamos relativamente cerca, no debía suponerme ningún problema.
     El primer aroma que llegó hasta mi fue el de mi padre. Él llevaba consigo la fragancia de su casa, de comida casera y de madera de cabaña. Después reconocí el olor de Carlisle. Olía a brisa, a agua de un lago en calma  rodeado de vegetación. Tras de ellos, se abría el bosque y de él percibía las distintas naturalezas de los troncos, plagados de vida. En algunos de ellos permanecía el rastro de animales, en otros, algún nido o madriguera. Una nueva ráfaga de aire colapsó mis pulmones con el humus de la tierra, las hojas y ramas caídas en estado de putrefacción. Incluso árboles enteros que servían de cobijo a toda clase de insectos de los que percibía diferentes matices, la humedad del musgo que cubría el inconfundible tono metálico de las rocas. Noté el fresco olor de la hierba que crecía a nuestro alrededor. Me concentré un poco más y capté la fragancia de Emmett, Jasper, el embriagador rastro que Edward había dejado. Reconocí a cada uno de los invitados, de la comida del buffet, incluso el olor a gas y carburante de los coches. Pero de ella, lo único que me llegaba era el olor de lodo teñido con un remoto matiz de sangre dulce. Un perfume inusual que resultaba sorprendentemente embriagador.

     Carlisle había sentado a la chica y le quitaba la sudadera, con mucha lentitud, cuidando de no hacerle ningún daño. Entonces, al despejarle el pelo de la nuca, dejó al descubierto una gran señal de media luna de aspecto negruzco que reconocí enseguida. Yo tenía una señal con la misma forma en mi muñeca, recuerdo de mi encuentro con James.
     -¿Es lo que creo que es?- Jacob también había reconocido la marca.
     - Me parece que sí-  musité sorprendida.
     -¡Maldita sea, no puede ser verdad! ¡Pero si no han encontrado nada esta misma mañana! ¿De dónde ha salido? - masculló mientras se ponía en movimiento.
     Casi de inmediato, Jasper y Emmett estaban a nuestra altura.
     -Avisa a los tuyos, nos vamos de caza – le susurró Emmett a Jacob.
     Repasé el plan, bueno, los planes. Les obligué a tener más de uno, casi tantos como situaciones anómalas se me habían ocurrido. Finalmente habían confeccionado tres planes de emergencia. El primero, por si se notaba la presencia de un vampiro en la zona. En tal caso, la manada de Sam se colocaría en un perímetro alrededor de los invitados y la de Jacob iría con Carlisle, Edward, Emmett y Jasper a recomendarle una ruta alternativa para su viaje.
     El segundo era una versión del primero pero con más de un vampiro e incluso con la posibilidad de que buscaran pelea. La solución era casi la misma, pues con Jasper y Edward en el grupo de negociación sería fácil hacerles cambiar de opinión.
El tercer plan era que el vampiro se plantara allí mismo. Todos tenían la convicción de que esa posibilidad era del todo absurda pero, al parecer, no había sido tan descabellada. Ahí estaba esa chica que, si bien no era un vampiro, existía la posibilidad de que de un momento a otro se convirtiera en neófita.
     -¿Cómo?- gritó Charlie en un arranque de ira -. No, lo siento, Carlisle, pero no se trata de que confíe en vosotros para resolver esto. Esta vez me vais a tener que dar una explicación lógica.
     - Charlie, sólo te estoy pidiendo que no informes de momento. Ella está bien, sólo algo aturdida – mientras Carlisle hablaba, Jasper se había colocado a su lado.
     La expresión de Charlie empezó a cambiar casi de inmediato.
     - Ella es ajena a vuestro mundo, sea cual sea. No podéis pedirme…
     – Ella es como nosotros - la voz de Edward sonó tajante.
     - ¿Bromeas?- la respuesta de mi padre solapó el gemido sarcástico de Jacob.
     Volví a mirar fijamente a la chica intentando averiguar qué era lo que se me había escapado. Ella era humana, sus mejillas sonrosadas lo demostraban, sus lágrimas. Se podía escuchar su corazón. ¿O no?
     - Lo siento, Charlie, tendrás que confiar en…todos nosotros- le rogó.
     - ¡Perfecto! ¿Y qué se supone que debo hacer ahora?
     - La llevaré a mi casa para hacerle un chequeo.
     -¿A vuestra casa? No. Carlisle, vale que no pueda hacer unas cuantas preguntas pero, si necesita un chequeo, que vaya al hospital - la voz de Charlie volvía a ser nerviosa. Me pregunté cómo estaría sin el influjo de Jasper.
     -Si la llevásemos al hospital, habría unas cuantas preguntas que no podrían responder. Charlie, te doy mi palabra de que en cuanto esté bien – Charlie levantó las cejas y puso los ojos como platos en señal de indignación- ,en cuanto pase el estado de shock- corrigió Carlisle sobre la marcha-, yo mismo te avisaré para que vengas a ver con tus propios ojos que está perfectamente.
     Charlie no parecía nada convencido ante esa propuesta, pero su mirada cambió. Fue todo lo que necesitó Jasper, que se colocó a  su lado y le hizo un ademán con el brazo.
     -Será mejor que vayamos con los demás. Te estás perdiendo tu propia fiesta.
     Mi padre dio media vuelta a regañadientes, no sin antes fulminarme con la mirada. Tendrían que ayudarme a inventar alguna buena explicación sobre lo que había sucedido para contarle.
     Me volví hacia Edward para acribillarle con mis preguntas, pero él seguía con la mirada fija en aquella chica de apariencia tan frágil. Jacob se adelantó.
     -¿Llevarla a vuestra casa? ¿Ese qué plan es?
     -Uno nuevo -le contestó sin desviar su atención.
     Carlisle tomó en brazos a la humana y empezó a andar hacia los coches. En ese momento,  apareció Sam del bosque con el semblante preocupado.
      -Si hay alguno de los vuestros, no es cerca. Hemos batido el perímetro y no hay ni un solo rastro – dijo en tono serio.
     Noté cómo se me revolvía el estómago.
     -Sam, si no te parece mal, vamos a llevar a cabo el plan A -le sugirió Carlisle.
     -De acuerdo, déjame avisarlos -se volvió a meter entre los árboles y un minuto después se oyó el aullido de un lobo un par de kilómetros al noroeste.
     Al cabo de unos instantes, apareció con algunos de los chicos quileutes que se dirigieron hacia los invitados y empezaron a hablar con ellos. La fiesta había terminado.
     -Podéis iros, ya nos encargamos nosotros- intercambió una mirada de afirmación con Carlisle y se alejó.
     La manada de Sam acomodó a la gente en el autobús que ya desaparecía por el camino. Sus chicos se encargarían de llevarlos hasta la carretera secundaria. A partir de ahí, la mayoría había llevado sus coches, así que ya no sería un problema. Me acerqué hasta la zona de aparcamiento donde estaba Rosalie con mi hija, atenta a todo cuanto ocurría. En ese momento, Charlie se colocó a nuestro lado con el Volvo de Edward y bajó la ventanilla. Dentro también iban Sue, el viejo Quiril y Billy.
     - Bella, espero una buena explicación para esto. En cuanto acabes, ven a casa. Necesito hablar contigo - enfatizó mucho la última palabra: eso significaba que quería la explicación de mis labios.
     -Iré en cuanto terminemos de llevar a todo el mundo - nada más decir esto, me arrepentí. Ahora mi mente era mucho más rápida pero iba a necesitar mucha creatividad para darle una explicación medianamente creíble sobre lo que había pasado.
     Me quedé ahí plantada mientras el coche se alejaba.
     - Siento lo de Charlie, está deseando estar a solas contigo para hacerte unas cuantas preguntas- Edward se había acercado hasta nosotras.
     -Entonces, no me dejes sola- me quejé.
     -Lo intentaré- me prometió.
     -Ten cuidado, por favor.
     -Todo irá bien- me besó y se fue con sus hermanos.


martes, 21 de septiembre de 2010

Capítulo 3.- LA INVITADA SORPRESA. (1ª parte)

     No podía estar diciéndolo en serio, pero sus ojos me confirmaron lo que temía ver.
     Me negaba en rotundo. No tenía ninguna intención de repetir aquello. ¿Acaso no le servía con una sola vez? ¿Cuántas veces pretendía que pasara por ese suplicio?
     Se tendría que contentar con haberlo conseguido el año pasado. Entonces había encontrado la manera de convencerme, pero ahora no tenía nada con qué negociar; aunque no era tan ingenua como para pensar que lo dejaría estar. En sus ojos ya se asomaba una sonrisa burlona.
     -La próxima, en Francia. La campiña se pone preciosa en otoño.
     - No sé a qué estás jugando. Si eso pretende ser una pregunta, la respuesta es no.
     Simuló una mueca de asombro y ladeó la cabeza para acercar sus labios a mi oído.
     - Y de luna de miel, podemos repetir en Isla Esme- me besó delicadamente detrás de la oreja- o si lo prefieres…
     -No habrá luna de miel - respondí de la manera más impasible que pude.
     - Aunque hay un par de sitios…- ronroneó mientras presionaba sus labios contra los míos – a los que me encantaría ir contigo- la cadencia con que pronunciaba cada una de las palabras y esa voz tan cautivadora estaban consiguiendo, una vez más, que mi consciencia se esfumara poco a poco.
     - Sólo será cuestión de  tiempo. En diez años, quizá veinte, te volveré a escuchar decirme el sí quiero - me contestó pagado de sí mismo, intercalando besos breves entre frase y frase.
     La imagen de verme dentro de veinte años vestida de blanco, celebrando una vez más mi boda, debería de haber roto el hechizo de su atracción pero, en vez de eso, lo incrementó. Me aferré a su cintura y me pegué aún más a él, curvando mi cuerpo para acomodarme al suyo. Su pasión también aumentó y mi voluntad se rendía por segundos. Se detuvo en seco y abrí los ojos. Ahí estaba él, intentado leer en mi rostro, mientras mantenía el suyo maravillado. Me llevó más de un segundo borrar de mi cara el resultado de su atracción y entonces él fue completamente consciente de que me había desarmado. Hice un mohín, enfadada conmigo misma por lo fácil que había desmantelado mi férrea oposición y él apretó los labios para ocultar una sonrisa.
     -Puedes besarme todo lo que quieras, no vas a conseguir nada de mí-le dije en tono arrogante.
     -¿Me estás retando?- sus ojos se iluminaron con el desafío.
     Alcé mi mano hasta su nuca y enredé su pelo entre mis dedos, atrayéndole más a mí. Se liberó de mi ligadura cogiéndome de la muñeca y haciéndome girar sobre mí misma.
     - Quizá sería mejor que continuáramos esta conversación en otro momento- sugirió con la voz llena de deseo.
     Entendí a qué se refería y dejé que me meciera al ritmo de la música, como si no hubiésemos parado de bailar. Una parte de mi mente empezó a buscar formas preventivas de lo que sabía iba a ser un acoso sutil, intermitente pero continuo, por parte de mi marido hasta que consiguiera su objetivo. Me pregunté si “padecer” una boda siendo un vampiro sería tan diferente como otras tantas cosas cotidianas que me parecían nuevas.
     Dejamos de bailar para alejarnos de la fiesta. En un primer momento, pensé que Edward planeaba llevarme a un lugar más privado para seguir insistiendo sobre el tema, hasta que vi a Alice y Jasper en el linde norte del bosque. Parecían estar discutiendo hasta que Alice se volvió hacia nosotros con la mirada vacía. Al mismo tiempo, Jasper se agazapó, rugiendo a algo que yo no era capaz de ver en el bosque. Tras medio segundo, ella salió del trance y también colocó su postura para un ataque inminente.
     -¿Qué…qué va mal?- tartamudeé.
     Alice le susurraba algo a Jasper pero aún estábamos demasiado lejos de ellos como para entender una sola palabra.
     -¿Qué pasa?- sentí cómo cada músculo de mi cuerpo se tensaba hasta quedarse totalmente agarrotado.
     Edward no me prestaba atención, parecía absorto escuchando los pensamientos de sus hermanos. Sacudió la cabeza negando como respuesta a Alice, que ahora le miraba con  una expresión llena de recelo.
     Un escalofrío me recorrió la espalda y fui consciente de cómo el pánico más absoluto se apoderaba de mí. Mi mente estaba ocupada imaginando lo peor, calculando todas y cada una de las consecuencias de lo que ocurriría si algún vampiro o, peor aún, un aquelarre hiciera aparición en el claro. Una pequeña voz en mi interior me ordenó que volviera en mí, ¿o era Edward?
     Estábamos volviendo a la zona donde los invitados seguían con la celebración. Sería imposible sacarlos a todos de allí si la amenaza estaba tan cerca.
     Por fin, una lucecita se encendió en un rincón de mi mente y trajo a mi memoria una de las tardes de hace dos semanas.
     Alice nos había reunido en el salón para darnos la noticia del compromiso de Sue y Charlie. Nos había informado mucho antes de que mi padre se hubiera atrevido a decírnoslo. Ella ya sabía que consentirían en dar la fiesta de compromiso en el claro, a pesar de todas las trabas de Charlie.
La reunión, en realidad, había tratado de cómo se iban a realizar los preparativos, puesto que los licántropos iban a participar en ella y no era capaz de tener ninguna visión sobre cómo se desarrollaría. Después de tirarse unas cuantas horas con la organización, yo les había obligado a pensar en el dichoso protocolo de emergencia.
     Volví en mí.
     -El plan - mi voz salió mucho más alta de lo que esperaba.
     -No sé si va a hacer falta, Bella, tranquilízate- dijo en voz muy baja sin dejar de caminar.
     -¿Cómo?
     -Avisemos a Carlisle.
     Íbamos mucho más rápido de lo que era prudente, pero nadie nos observaba. La mayoría de los asistentes disfrutaban del banquete. No nos hizo falta recorrer todo el trayecto, Sam se había dado cuenta de que algo no iba bien y se encaminaba hacia nosotros, flanqueado de Paul y Jared. Carlisle también estaba en camino.
     Advertí por le rabillo del ojo cómo mi marido movía la cabeza de arriba a abajo, contestando a alguna pregunta de su padre.
     - ¿Edward?- dijo finalmente en voz alta.
     - Jasper cree que hay algo en el bosque.
     -¿Cree?- la voz de Sam sonó acerada mientras miraba fijamente a Edward. Me pregunté si seguiría molesto por lo de esta mañana.
     -Jasper cree haber “sentido” algo - dijo al cabo de un instante, ignorando el tono de Sam- pero no hay nada.
     -¿Qué quieres decir con que no hay nada?- Carlisle ya estaba a nuestro lado. Los tres quileutes mantuvieron las distancias y se quedaron a un par de metros de nosotros.
     -Es como una emoción, pero no hay nadie, no ven ni huelen ningún rastro - estas últimas palabras las pronunció de un modo más lento, como si respondiera a alguna duda del quileute. Éste miró por encima de su hombro a Jared, quien dio media vuelta y se alejó. De modo natural se mezcló entre los invitados, avisando a sus hermanos. Edward apretó la mandíbula y torció el gesto cuando Sam volvió a mirarle, esta vez, de manera desafiante.
     -¿Está seguro?- preguntó Sam con un tono serio; me cuestioné si no tenía un doble significado.
     - Hijo, ¿hay algo en el bosque?- el rostro de Carlisle se endureció.
     - No lo sé, pero Jasper está convencido de que sí.
     Paul bufó detrás de Sam.
     - Creo que no lo entiendo.
     Ni yo, quise contestar, pero temí que mi voz sonara demasiado nerviosa.
     Me mordí el labio. No podía evitar estar aterrada. Edward me miró y se dio cuenta de mi estado de ánimo.
     -No te preocupes. No va a pasar nada. Si alguien apareciera…- buscó las palabras adecuadas- Mira a tu alrededor, aquí hay un ejercito. Ningún invitado notará que pasa algo.
     -Salvo que la mitad de la fiesta desaparecerá en el bosque - Jacob ya estaba también a nuestro lado con Leah y Seth.
     - Ya sabemos lo que hay que hacer- repuso Carlisle.
     Sin decir nada, Sam se dio media vuelta seguido de Paul; Jacob se alejó un par de metros para dar indicaciones a Leah y Seth y Carlisle se puso en marcha hacia el norte.
     Busqué ansiosa a Nessie. Estaba con Rose y Esme cerca de las mesas, ajena a lo que ocurría.
     Jacob volvió a mi lado. En ese momento, me embargó la sensación de que todos éramos simples piezas de dominó. Alguien había empujado la primera e inexorablemente caerían todas las demás, una tras otra.
     La zona estaba acordonada en dos líneas imaginarias que protegían el perímetro. La más lejana, por la manada de Sam y una más próxima, por los Cullen y el grupo de Jacob.
     - Puede ser que se haya equivocado. Hoy aquí hay mucha gente – dijo después de un rato.
     -No- contestamos los dos al mismo tiempo.
     -Venga, vamos a ver cuál es el misterio - me dijo con una mirada sombría. Echamos a andar siguiendo a Carlisle.
     Justo cuando iniciamos la marcha, Alice se precipitó hacia el bosque y, tras ella, Jasper, desvaneciéndose en una milésima de segundo. Jacob aceleró el paso y yo le seguí.
     Al cabo de un minuto, Jasper emergió de entre los árboles, negando con la cabeza nervioso, incrédulo. Me pareció ver detrás de él un movimiento, un cambio sutil de colores entre los troncos de los árboles, entre las sombras de la espesura. Dudé de si lo había visto yo sola, pero Carlisle parecía haberlo visto también y se dirigía rápidamente hacia él.
     La figura de una mujer salió a la luz del claro. Una joven de piel pálida y rostro desencajado, cubierta por una densa capa de lodo seco. En sus mejillas había algo de rubor por la carrera. Era humana. La chica se detuvo mientras respiraba trabajosamente, observando a Jasper, apenas a unos cinco metros de ella.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Capítulo 2.- EL COMPROMISO. (2ª y última parte)

      -¿Está Carlisle al tanto?- pregunté con voz furiosa
     -Ven, vamos a verlo. Convéncete por ti misma -acepté a regañadientes. No estaba segura de querer ver con mis propios ojos tal espectáculo. Probablemente, sólo conseguiría ponerme más nerviosa.
     Nos desplazamos a toda velocidad a través del bosque, sin soltarnos en ningún momento. Aminoró y pude ver a unos metros el autobús parado. Había quedado atrapado en una de las curvas. El problema no era sólo que la longitud del vehículo no permitiera el giro, sino que además tenía que salvar un pronunciado cambio de nivel. Cuando llegamos, estaban terminando de enganchar unos cables desde el parachoques del desvencijado autobús a la parte trasera del vehículo de Emmett. Había muchos integrantes de la manada de Sam escondidos entre los árboles. Las ventanas quedaban totalmente tapadas, con unas pancartas con letras de colores anunciando el destino del autobús:<<Fiesta de compromiso de Sue y Charlie>>. Eso seguro había sido idea de Jacob; de hecho, todo el dichoso plan B parecía de su cosecha.
     Oí cómo Seth daba una orden desde el interior del coche e inmediatamente todos los chicos que estaban en la retaguardia se colocaron alrededor de la parte trasera del vehículo. Emmet también estaba allí.
     -¡Embraga! -gritó Seth.
     El motor del autobús empezó a renquear con un sonido rudo y ahogado. Todos los chicos pusieron sus manos a lo largo del sucio chasis abollado.
     -¡Acelera! -Seth sacó el brazo por la ventanilla para que el conductor pudiera seguir sus instrucciones a pesar del ensordecedor ruido del motor. Entonces, todos los muchachos, a la vez y de manera muy suave, empezaron a levantar y empujar el autobús hasta colocarlo de frente al camino.
     Miré incrédula. Era imposible que al menos el conductor no se diera cuenta del engaño. Solté a Edward y corrí hasta una posición donde pudiera divisar quién conducía la tartana. Me quedé petrificada. El conductor no era otro sino Charlie. Mi padre estaba participando en esa chifladura.
     Imposible.
     Seguía ahí paralizada cuando Edward se puso a mi lado.
     -Charlie es el conductor.
     -En el último momento insistió en conducir él, la idea era que lo hiciera Jacob.
     -Insistió.
     -Sí, al parecer, quiere asegurarse de que el bosque no sufre daños por el transporte. Ya sabes, que no se viole ninguna ley forestal.
     -¿Estabais todos al tanto de esto? -empezaba a volver en mí.
     -Casi todos.
     -Genial -no necesitaba preguntar por qué no me lo habían contado. Conocía la respuesta.
     Finalmente, el autobús consiguió pasar el escollo y empezaba a moverse por su propio empuje.
     -Ha sido idea de Jake -afirmé, mis sospechas quedaban confirmadas –. Bien, y ¿cómo os ha convencido?
     -A nadie se le ocurrió otra manera -me miró forzando una expresión seria que no ocultaba la alegría de sus ojos.
     -Perfecto.
     Volvimos a la fiesta sin intercambiar ninguna palabra.
     Finalmente, el autobús apareció por el último recodo del sendero. El todoterreno iba delante. La tartana se zarandeó con el último socavón y renqueando avanzó unos metros más hasta que se paró. El primero en bajar fue Jacob, claramente enfadado. Se alejó a grandes zancadas y desapareció entre la espesa vegetación que habían dejado atrás. El siguiente fue Charlie. Su rostro tenía el inconfundible tono púrpura que adoptaba cuando discutía conmigo. Alice fue la primera en acercarse hasta Charlie y decidí acompañarla.
     -¡Papá, hola! ¿Qué tal el viaje?- me miró con incredulidad, sopesando si estaba de broma.
     -¿Conocías tú…este lugar, Bella?-el tono de su voz dejaba entrever la verdadera pregunta, si formaba parte del plan B.
     -Bueno, he estado aquí antes, sí. Pero no sabía que lo habían dejado tan…bonito -esperaba que con esa respuesta le valiera.
     -Charlie, en realidad, son unos pequeños detalles que hay que arreglar pero ya verás cómo todo el mundo se lo pasa en grande -le aseguró Alice con una radiante sonrisa que dejaba al aire sus níveos dientes. El rostro de mi padre se relajó ligeramente y volvió a adquirir su color habitual.
     -Será mejor que vaya a ayudar a bajar a los pobres invitados que iban detrás -masculló.
     La mayoría era gente de la reserva, familiares de Sue y algunos amigos de Charlie, entre los que estaban Steve, Mark y Tom de la comisaría, el doctor Gerandy…El último  fue Billy, que necesitó ayuda para bajar su silla de ruedas. Le acompañaba Rachel, una de sus hijas gemelas. Había pedido definitivamente el traslado y ahora estudiaba en una localidad cercana. Desde que Paul se había imprimado de ella se habían hecho inseparables. A Jacob no le gustaba mucho la idea: Paul le parecía un poco idiota para su hermana.
     Miré alrededor buscando a mi amigo.
     -Se le pasará.
     -¿Cómo?
     -En realidad, no está tan enfadado como aparenta -me aseguró Edward.
     Debía de estar hablando de Charlie.
     -¿Y a Sam?-le pillé desprevenido.
     -Nosotros hemos decidido dejar el tema para mañana y tratar de disfrutar del día. ¿Qué tal si haces tú lo mismo? -su expresión era cauta-. Prometo explicarte mañana todo lo que ocurre con Sam, si prometes relajarte y dejarte llevar por el espíritu de la fiesta.
     -De acuerdo, pero antes me gustaría hablar con Jacob -frunció el ceño en gesto de fastidio –. Después prometo divertirme -sonreí ampliamente intentando resultar convincente.
     Se acercó más a mí y pegó sus labios a los míos. Me besó de forma delicada.
     -Y ¿no puede esperar esa conversación a mañana? -noté su respiración contra la piel de mi rostro y cómo su efluvio anegaba mi mente, desordenando mis pensamientos.
     -Será sólo un momento. Lo prometo -le dije, devolviéndole el beso.
     -Y después, serás completamente mía y accederás a todos mis deseos -su voz se había vuelto traviesa.
     -Es muy posible -contesté haciéndome la interesante.
     -Está bien, es un comienzo. Será mejor que vayas ahora para que puedas estar de vuelta antes de que esto empiece.
     Miré a mi alrededor preguntándome por dónde andaría.
     -Noroeste -me contestó Edward antes de que le preguntara.
     Me dirigí hacia esa dirección. En cuanto estuve segura de que no podían verme, empecé a correr a toda velocidad. Cuando estaba completamente rodeada de bosque, frené y grité su nombre. Percibí las pisadas antes de ver aparecer aquel enorme lobo de pelaje cobrizo a través de los árboles. No venía solo, le seguía otro más pequeño de tono gris.
     - Hola, Jacob, Leah- dije dirigiéndome a ella.
     Me bufó en respuesta antes de darse la vuelta y desaparecer. Jacob se quedó mirándome, esperando a que empezara a hablar.
     -Sólo quería saber…Verás, creo que sería más fácil charlar si cambiaras de fase. No me apetece hablar yo sola y no he venido a echarte ningún sermón.
     Resopló sonoramente y fue detrás de unos helechos altos. Al cabo de unos instantes aparecía en su forma humana, con un gesto de fastidio.
     -¿En serio? Pues debes de ser la única persona que no tiene nada que echarme en cara -su voz sonaba amarga y su rostro parecía muy cansado.
     -Jake -no sabía muy bien cómo abordar el tema. Estaba claro que no era el momento de sacar lo del autobús y quizá tampoco para hablar de su futuro; entonces, advertí en su mirada algo de tristeza –. ¿Estás bien?
     Me miró dubitativo y finalmente dejó que la máscara que adoptaba cuando estaba a la defensiva se deshiciera.
     -Eres la primera que me lo pregunta en unos cuantos días.
     -Lo siento. Con todo el jaleo de la fiesta…no me había dado cuenta de que te ocurría algo.
     -Entonces, puedes estar tranquila porque no me ocurre nada -su voz se volvió a tornar dura.
     -Jake, soy yo. Dime qué te pasa.
     -¿Eres tú? Te refieres a que eres tú, Bella, mi amiga. Porque hace una semana me hubiese gustado mucho que me hubieras apoyado. ¿Sabes que Billy está con la misma cancioncita en casa? Y Rachel también -su voz iba subiendo de volumen.
     -Está bien -casi chillé para poder hablar por encima de su tono. Respiré hondo, había decidido que no discutiría con él. Era mi amigo. Siempre había podido contar con él para cualquier cosa y ahora, fuera lo que fuera lo que realmente le pasaba, debía de poder contar conmigo. -Lo siento -le dije más calmada. No sabía muy bien por qué le estaba pidiendo disculpas pero tenía la esperanza de que no lo notara.
     -Verás, es mucho más complicado que decidir si termino el instituto o no. Entiendo vuestra postura, de veras. Pero, sinceramente, ¿de qué me va a servir? ¿Qué clase de futuro me espera? Tengo muchas cosas en la cabeza, sólo necesito algo de tiempo para aclararme. No es para tanto, ¿no crees? –hablaba más para sí mismo que para mí; aún así, asentí para que viera que le seguía en lo que estaba intentando decir -. No tengo nada claro lo que quiero y hay muchas cosas a tener en cuenta.
     -Jacob -le interrumpí-, me he perdido. Que vuelvas al instituto no puede perjudicar a nadie.
     -Ya, vale, vale -prosiguió después de una pequeña pausa -. Tu maridito no te ha contado nada, un detalle por su parte, pero no esperaba que hubiese mantenido su palabra. Bueno, verás, le estoy dando vueltas a la cabeza. Tarde o temprano os tendréis que marchar de aquí y Nessie irá con vosotros…-hablaba muy deprisa.
     - Y tú también quieres venir -¿qué tenía que ver eso con que dejara los estudios? -. ¿Dónde está el problema?
     -Si os vais a otro lado, puedo esperarme y terminar el instituto con Nessie donde vayáis pero…
     -¿Hay más?
     -La manada.
     Su respuesta fue contundente. Me quedé como si me hubieran echado un cubo de agua congelada por la nuca. Él era el líder de su manada, no podía abandonarles. Por eso Leah estaba tan a la defensiva. Ella era el lobo Beta o el segundo al mando.
     -Jake, no nos vamos a marchar mañana. Podemos buscar juntos una solución a esto entre todos –su gesto se relajó.
     Se acercó a mí y me abrazó con tanta fuerza que en otros tiempos me hubiera resultado imposible respirar.
     -Entonces, no te pondrás en mi contra cuando tome una decisión -dijo con algo de recelo.
     No quería posicionarme antes de saber a qué tipo de decisión se refería.
     - Digamos que prometo no llevarte la contraria hasta conocer bien tus razones -me miró desconfiado -. Jacob -levanté la mirada para que pudiera ver en mis ojos que era sincera- , yo no tengo ninguna gana de marcharme de Forks mientras esté aquí Charlie. Sé que en otras circunstancias ya nos tendríamos que haber marchado pero intentaré aguantar aquí todo lo posible.
     -¿A pesar de lo que diga Sam?
     -¿Qué tiene que ver Sam?
     -¡Vaya! -sin duda, me había dado una información con la que contaba que yo estuviera al día.
     -¿Es por lo de los chicos de esta mañana?
     -Un poco -me estudiaba; seguramente estaba pensando si era buena idea decírmelo o no -. Verás, ¿qué te parece si mañana, cuando toda esta historia de la fiesta haya terminado, charlamos tranquilamente tú y yo, a solas? –recalcó -. Yo te cuento lo de Sam y si a ti, bueno, dependiendo de tu reacción,  pues…me pienso lo del instituto.
     -De acuerdo -seguramente no consiguiese mucho más por hoy. Podía esperar unas horas.        Al parecer, mañana iba a ser el día de las confesiones y acabaría enterándome por Edward o Jacob.
     -Jacob, vas a conseguir partirme una costilla -conseguí decir con el aire que me quedaba en los pulmones.
     -Lo siento, es que te echaba de menos. No soporto estar enfadado contigo -me dijo mientras me devolvía al suelo.
     En su cara estaba la sonrisa de Jacob que tanto me gustaba. Se la devolví en cuanto hube comprobado que todo seguía en su sitio dentro de mí. Lo cierto es que a mí me pasaba igual. Había una parte que siempre necesitaría a Jacob. No de la misma manera en que le había necesitado en el pasado, pero de algún modo él siempre sería mi Jacob, mi sol en las horas más oscuras. Ahora me sentía mucho más relajada.
     -Parece que ha empezado la fiesta.
     Se podía escuchar a lo lejos a alguien hablando por el micrófono. Parecían estar pidiendo que subiera el novio a hablar. La voz era de Seth.
     -Esto no me lo pierdo -Jacob me agarró la mano y echó a correr. Apenas nos llevó unos segundos llegar hasta la linde del bosque que bordeaba el gran claro.
     La mayoría de los invitados aplaudían a Charlie, que se negaba a coger el micrófono.
     -Adelántate tú, ahora voy -me dijo mientras cogía una bolsa de deportes de su coche. Intuí que dentro estaría su ropa.
     - Bien -le contesté mientras aminoraba mi paso hasta un ritmo más normal.
     Edward me esperaba a medio camino. Seguramente nos habría oído llegar.
     -¿Todo bien?-me sonreía, feliz por tenerme de vuelta.
     -De maravilla -se paró en seco y puso una cara fingida de asombro –. Creo que ahora vuelve a estar enfadado sólo contigo -le guiñé un ojo y él se rió entre dientes.
     -¿Entonces eres toda mía?
     -Toda.
     -Y ¿accederás a todos mis deseos?
     -Sólo si coinciden con los míos.
     -¡Ejem! -la voz de Charlie sonaba fuerte y clara a través de los altavoces -. Los que me conocéis, bueno, en realidad, todos, claro, sabéis que a mí no se me dan muy bien estas cosas. En realidad, no sé qué decir. Gracias por venir, aunque a la mitad no os hemos invitado -gran parte de los invitados de la reserva se echaron a reír.
     - Si por ti fuera, hubierais venido solos tú y Sue -chilló Steve entre el gentío.
     -Es que se suponía que era sólo para ver el sitio. De todos modos, estamos encantados de que estéis todos aquí hoy. Gracias especialmente a Alice Cullen por organizar esto de una forma tan…
     -Exquisita -añadió una de las invitadas.
     -Sí, eso. Muchas gracias, Alice, ha sido un detalle muy bonito. Y gracias también a Esme y Rose y toda la familia Cullen por colaborar. Bueno, creo que ya he cumplido. Ahora, que suban esa música y todo el mundo a bailar o comer o lo que quieran. Que hable otro por favor.
     Charlie soltó el micrófono en cuanto pudo y algunos de los invitados le aplaudieron para mayor sonrojo.
     -¿Me concede este baile? -la voz de Edward sonó melosa y seductora.
     En realidad, habíamos empezado a movernos antes incluso de que sonara la música.
     -¿Crees que Alice conseguirá convencerles de celebrar aquí la boda?
     -Ya lo ha conseguido. Sue está encantada y tu padre hará lo que a ella le haga feliz. ¿Sabes que Rose y Emmett están pensando en volver a renovar sus votos? -percibí un tono burlón en su voz.
     Empezó a sonar otra canción pero Edward me guiaba al mismo ritmo, completamente ajeno al estilo de la pieza que sonaba. Dejé que me llevara mientras me perdía en sus ojos,en sus brazos, en su familiar aroma, mezcla de miel, lilas y luz del sol. Ahí estábamos los dos, mientras el mundo se evaporaba a mi alrededor.