-- -- -- Sol-Naciente

viernes, 4 de febrero de 2011

EPÍLOGO

ISHTAR


Las despedidas habían sido mucho peor de lo que había imaginado. Mirar a los ojos de Esme y Carlisle me había producido un vacío muy superior al sospechado. A pesar de que había dispuesto de horas para prepararme, estuve a punto de echarlo todo por tierra un par de veces. Evité usar el don que había obtenido de Edward. Sabía que si escuchaba sus pensamientos me derrumbaría y eso era algo que no me podía permitir, ni ellos tampoco.

Alice me frunció el ceño en ese modo tan suyo en que te cuesta negarle nada, antes de abrazarme. La olí profundamente y mantuve su perfume, estudiando cada matiz para guardarlo en mi memoria. Tenía la esperanza de poder reproducirlo en el futuro. Era consciente de que la vida que me esperaba sería dura y cualquier detalle que me acercara a ellos resultaría un tesoro. Lo mismo hice con cada uno hasta que llegué a Emmett. No me hacía falta estudiar su olor; lo conocía perfectamente: una mezcla a olmo con un ligero toque vainillado. Me perdí entre sus fuertes brazos y me levantó del suelo, mientras arqueaba su espalda hacia atrás.

- Si necesitas cualquier cosa, lo que sea, llámame y estaré a tu lado en medio segundo. Te lo prometo - me susurró al oído antes de darme un beso en la mejilla y ponerme de nuevo en el suelo.

Jasper fue más escueto. Tuve la sensación de que me abrazaría a medias y simulé perder el equilibrio para poder percibir su aroma de la manera en que necesitaba hacerlo.

- Cuídate - me dijo con una media sonrisa antes de retroceder. Me pareció apreciar en sus ojos un brillo angustiado por la despedida.

Me di la vuelta antes de salir y los miré a todos.

Ellos eran mi familia.

Mi nueva familia en esta horrible existencia en la que me veía sumida. Ellos eran lo único bueno de todo esto, mucho más de lo que nadie tuviera derecho a desear. Todos ellos tan perfectos, tan humanos. Mucho más de lo que yo sería de ahora en adelante.

El tiempo pasó despacio en la cabaña, esperando que llegara el momento de marcharme. Les había pedido a Edward y Bella que me permitieran estar allí con ellos. No me sentía con fuerzas para esperar hasta el último minuto para las despedidas. Iría con ellos al aeropuerto. Podía confiar en que ninguno de los dos me montaría una escena. Sólo tendría que aguantar unas horas.

Nessie me enseñó unos cuantos recuerdos. Mientras, me pareció que Bella repasaba una vez más mi escueto equipaje, una mochila y un bolso de mano; a donde iba no necesitaría mucho. En él, habían dispuesto un doble fondo, donde habían escondido tres pasaportes más, con distintos nombres y dinero en efectivo - dólares y euros, por si decidía cambiar de continente -. Demasiado dinero, no iba a necesitar tanto.

- Creo que deberíamos salir ya - dijo Edward interrumpiendo la visión que me mostraba la niña. Me acerqué a ella y abracé su cuerpecito cálido mientras de nuevo ponía una imagen en mi mente, ella y yo abrazadas en otras ocasiones. Cogí aire e intenté controlarme. No debía llorar, no al menos delante de Nessie. La echaría tanto de menos...

Edward la cogió y salió de la cabaña. En apenas dos minutos estaba de vuelta. Viajaría a su espalda hasta donde empieza la carretera secundaria, donde estaría aparcado su Volvo plateado y desde allí, la 101 hasta Seattle.

Después... Lo de después daba igual.

Como siempre, el cielo estaba encapotado y una gélida lluvia caía dándole a todo un tono más deprimente.

Miré a mi alrededor y con la poca luz ambiental en ese día tan cerrado estudié el bosque. Sin pretenderlo, localicé a los Cullen de las cercanías. Pude notar la presencia de Esme, Carlisle, Alice y Jasper en la casa. De Rosalie y Emmett, no había rastro; debían de andar muy lejos si yo no podía percibirlos.

Edward se acercó a mí. De pronto me pareció que el tiempo había pasado demasiado deprisa y sentí cómo el suelo se estremecía bajo mis pies, como si aquella tierra alzara su voz para recriminarme también mi error.

Me di cuenta de que no era el suelo el que temblaba sino yo. Me abracé simulando sentir frío ante la mirada preocupada de Bella.

Volví de nuevo mi mirada a los árboles y me sentí molesta. Los nervios que tan bien había conseguido simular durante todo este tiempo se estaban apoderando de mi ánimo sin que pudiera remediarlo. Necesitaba salir de allí cuanto antes, no quería prolongar aquello, pues no sabía por cuánto tiempo podría prolongar esa falsa entereza. Fui hasta Edward rápido y me puse la capucha para protegerme de aquella odiosa lluvia. ¿Acaso no salía nunca el sol?

<< Ish >> le oí pensar y me sobresalté. Ya me había acostumbrado a escuchar su voz en mi cabeza, a pesar de que yo le bloqueara - conseguía de algún modo llamar mi atención cuando necesitaba que abriera mi mente para él-, pero él nunca usaba ese nombre. No cuando "hablábamos" entre nosotros.

<< Dime >> le contesté en mi pensamiento, temiendo que intentara quemar un último cartucho.

<< Jacob se acerca. Quiere despedirse >>.

- De acuerdo - acepté en voz alta. Me sentía incómoda cuando Edward pululaba por mi mente. Nunca estaba segura de hasta dónde conseguía llegar a través de mis pensamientos. Además, estaba cansada, demasiado cansada y aquello requería mi energía más que cualquiera de los otros dones.

Bella se volvió con el ceño fruncido mientras se alejaba con Edward para dejarme de nuevo un poco de intimidad y de repente tuve la sensación de que aquello se parecía demasiado a aquella tarde.

Tomé aire intentando controlarme. Jacob no se comportaría de la misma manera. Él no se parecía en nada a Seth.

Seth.

Pensar su nombre me ahogaba. Era como si los pulmones estuvieran recubiertos de miles de esquirlas de cristal que se clavaban al compás de mi respiración. Me sentí desnuda, frágil, desprotegida en un vasto universo infinito que me oprimía mientras caía en la inmensidad de aquel espacio infernal y frío.

<< Aguanta >> me impelí furiosa. Noté una reacción en el pensamiento de Edward pero le ignoré, irritada por no ser capaz de tener bajo control nuestra conexión.

Vi a Jacob acercarse por el norte con el gesto serio y apreté los dientes, preparándome mentalmente para frenarle por si decidía intentar algo. Sólo llevaba aquellos vaqueros cortos desgastados y las frías gotas de agua rebotaban en su piel morena. Se acercó a mí, decidido y temí que intentara abrazarme e instintivamente todo mi ser anheló ese abrazo. Jacob era, sin duda, increíble. Siempre feliz, siempre dispuesto y siempre... tan cálido. Quizá sí que se pareciera a él lo suficiente como para hacerme vacilar. No quise que notara mi rechazo y me senté en un pequeño banco que había resguardado en el porche lateral. Me estremecí al notar cómo el frío del asiento traspasaba mi ropa llegando a mi piel. Tirité. Si normalmente era friolera hoy todo me parecía inusualmente gélido.

Jacob dudó antes de sentarse a mi lado y levanté la vista intentado conferir a mi rostro un gesto amable.

- Hola - le dije mientras se sentaba.

- ¿Qué tal? - me contestó en un tono mesurado, como si él también estuviera haciendo un esfuerzo enorme por controlarse.

Esperé dejando que ordenara sus pensamientos y repasé sus rasgos - una pequeña porción más para mi tesoro.

- ¿Eres el comité de despedida? - le pregunté para animarle a empezar. Si tenía que decirme algo, que lo hiciera ya. La necesidad de irme cada vez era más apremiante.

- Bueno, algo parecido. O más bien no. En realidad, vengo por libre. Sam y los demás no saben nada, ya sabes.

Yo lo había querido así. Bastante duro era esto ya como para tener que añadir más despedidas. Esperaba que lo comprendieran. De hecho, le había pedido a Edward que se despidiera por mí cuando me hubiese marchado.

Pero entendí que no se refería sólo a Sam cuando decía que "venía por libre".

- Bien - fue lo único que pude decirle.

- Leah... Ella está demasiado enfadada. Ya sabes que es una cabezota.

- Tranquilo - le interrumpí.

- Ish ...- su ceño se arrugó como si estuviera sopesando si continuar o no -. Sé que esto no es asunto mío, pero...

Hizo una pausa para estudiar mi expresión y procuré parecer impasible.

- Verás, respeto que tú no entiendas nada de nuestras leyendas. No tienes por qué creerlas. Es más, yo no lo hice hasta que me transformé, pero lo cierto es que...

<< Aguanta >> rugí en mi interior.

- Quizá esté metiendo la pata, pero creo que a él le reconfortaría algo que te llevaras esto - se llevó la mano hasta el bolsillo del pantalón y de allí sacó una pequeña bolsita de tela que puso boca a abajo. En la palma de su mano apareció mi pulsera. Me quedé paralizada. Sólo mirarla, dolía. No podría tocarla y mucho menos ponérmela.

La sostuvo en alto sin cambiar de postura esperando mi reacción. Entonces rodeé con mis manos sus dedos y, sin apartar la vista de aquel regalo, cerré su mano viendo cómo desaparecía, ocultándose entre los enormes dedos de Jacob.

- La hizo para ti. Es tuya.

Así lo sentía yo. De hecho, si lo pensaba, era lo único que sentía como mío propio; todo lo demás era prestado, la ropa, el dinero. Todo era de los Cullen, no mío. Pero aquello era sólo mío. Mi única posesión. Algo que me hacía sentir menos perdida. Más yo, aunque no tuviera idea de qué era eso.

- No debí aceptarla. Yo no sabía lo que significaba cuando me la regaló.

- No hace falta que tus razones sean las mismas que las que tenía él cuando lo hizo.

Me sentí extrañamente agradecida de que Jacob evitara pronunciar su nombre.

Y entonces fui consciente de cómo el calor del licántropo entraba en mí a través de sus manos. Y una vez más mi cuerpo anheló aquella calidez. Le solté inmediatamente y me di cuenta de que se había percatado de mi reacción.

- Jake - mi voz tembló. Se echó sobre mí y me abrazó. Pude haberlo evitado pero mi voluntad se desmoronaba y se lo permití. Me encogí, sintiéndome pequeña entre sus brazos. Respiré su olor y mi corazón se prendió en llamas al contacto con la tibieza de su perfume. Todo el torrente de emociones que había contenido hasta entonces se desbordó, haciéndome romper a llorar.

Me estrechó aún más y me levantó del asiento para sentarme sobre sus piernas. Todo su calor me rodeó, quemándome al contacto de mi piel helada; o quizá no era su calor lo que me quemaba, sino la falta de otro contacto, de otra persona. Y fui consciente por primera vez, de una manera tan realista que resultaba increíblemente insoportable, que aquella sería la última vez que notaría aquel reconfortante tacto y aunque no fuera de él, de Seth, me aferré a Jacob como si de ello dependiera mi vida, pues sentí que así era.

- Jacob - le llamé para que me permitiera alejarme lo suficiente como para poder mirar en sus profundos ojos negros -. Necesito hacer una cosa - le confesé sin comprender muy bien lo que me pasaba, simplemente dejándome llevar.

- Dime - sus ojos brillaban húmedos mientras me miraba con expresión recelosa.

Tragué saliva antes de continuar. Aquello no tenía mucho sentido pero si no la hacía, explotaría.

- Vuestra conexión... Si yo te digo algo a ti, él lo verá en tu mente como si se lo dijera a él.

Tardó medio minuto en comprender por dónde iba.

- ¿Puedo usarte? ¿Puedo decirle algo a través de ti?

- Sí, claro - respondió cauteloso.

Me tapé la cara con las manos intentando aclarar qué era exactamente lo que mi alma necesitaba sacar fuera. Debía tener cuidado. Ya le había hecho sufrir bastante y él no se merecía eso, no se merecía nada de aquello. Por eso mismo debía alejarme de él. Con un futuro tan incierto como el mío, cada día que pasáramos juntos supondría perderme un poco más, sin tener ninguna garantía de que nosotros ...

Tarde o temprano me perdería. Mejor adelantar aquel momento. Él se repondría y se imprimaría de una persona normal no de un monstruo como yo, nadie sabía en que me convertiría, si es que disponía de tiempo para ello.

Levanté de nuevo la mirada y me aclaré la garganta para comenzar.

- Seth, yo... siento mucho lo que te he hecho, pero has de entender que para mí todo esto es demasiado grande. Mi vida es un caos y no puedo permitirme arrastrarte a él.

Jacob hizo ademán de hablar y entendí que ya no le parecía tan buena idea aquello. Coloqué mi mano en su boca en un intento de que no me frenara.

- No termino de comprender por qué sientes eso por mí pero sé que yo no podré corresponderte nunca del mismo modo. Ni siquiera puedo imaginar que exista un tipo de amor tan incondicional. Puedo verlo y percibirlo en los demás pero yo... Yo no estoy preparada. Yo no puedo tener eso.

- Él te quiere, lo entiendas o no - el aliento ardiente de Jacob pasó entre mis dedos haciéndome añorar aún más el de Seth.

- No puedo permitir algo en lo que no creo. No puedo darle más alas para cortárselas tarde o temprano - intenté controlar mi respiración, pues me había dado por vencida con las lágrimas que me nublaban la visión.

Jacob cerró la boca y comprendí que aquella frase también llegaría a Seth, hiriéndole aún más. Tenía que corregir aquello:

-Seth, yo no creo en esto - dije buscando a tientas la mano en la que Jacob guardaba mi regalo -. Pero creo en ti.

Me lancé contra su boca y le besé con vehemencia mientras él estaba demasiado sorprendido como para reaccionar. Le besé buscando en su boca un sabor que no había. Le besé entregando mi alma, esperando que mi deseo quedara grabado en su mente para él. Para que Seth lo viera. Le besé intentando encontrarle, deseando estar entre sus brazos y que me apretara contra él, impidiéndome huir. Le besé para comprobar lo inevitable, que quizá aquella pulsera no tuviera un significado tan distinto para ambos.




El olor a Bella aún estaba en mis ropas y pegué mi nariz a la sudadera.

- ¿Le hace falta algo?

- No, gracias - le contesté a la azafata que me miraba extrañada. Pensé en el millón de cosas que no tenía.

Casi conseguimos no hacer una escena en el aeropuerto. El camino en coche me había permitido recuperar parte de mi entereza. Edward había conseguido llegar en la mitad de tiempo que a una persona normal le hubiera tomado aunque lo hubiese hecho a toda velocidad.

Abracé a Edward y también le olí por inercia. De él tenía muchas cosas más que su perfume. Gran cantidad de sus recuerdos estaban grabados en un rincón de mi mente. Sabía mucho más de él que de ningún otro de los que me habían mordido.

Con Bella fue distinto. La abracé y prolongamos el abrazo un interminable minuto. Todos los recuerdos de los últimos meses llegaron de golpe. Una vez más lloré pero esta vez en silencio, notando cómo Bella temblaba ligeramente por un gimoteo también silencioso.

- Te quiero - le dije mientras pensaba que siempre había notado una predilección especial hacia ella. Al principio, estar junto a ella me había resultado muy desconcertante. Con Bella los dones no valían; nunca la notaba, no la presentía, su pensamiento era una incógnita para mí. Pero después ya no me sentí incómoda por su habilidad, ya que nunca me había tenido que defender de su escudo. Ella era paz, la persona que más sensación de normalidad me transmitía. Mi vampira favorita.

- Yo también te quiero - me contestó mirando mis ojos como si quisiera traspasarlos.

<< Cuídala >>.

<< Siempre >> me contestó dedicándome una mirada demasiado dolorosa como para mantenerla.
<< Prométeme que te cuidarás. >>

< < Claro >> le contesté cerrando de nuevo aquel contacto y él frunció el ceño disgustado.

- Adiós.

Cogí mi mochila y antes de traspasar la puerta de embarque me desprendí por unos segundos del don de sigilo. Fue muy poco tiempo pero esperaba que lo hubieran notado. Quería dejarles un regalo igual que yo me llevaba mi tesoro. Sabía que no lo necesitaban, pues su memoria guardaba perfectamente todo pero era mi despedida, mi huella. Apenas lo mantuve dos latidos pero pude percibir cómo mi olor anegaba aquel aire.

<< Sólo tienes que llamarnos... >> le oí pensar antes de volverme a proteger. No necesitaba saber el resto de la frase. Me valía con tener la certeza de que lo habían notado.


Me recosté en el asiento del avión mientras las azafatas terminaban de dar las instrucciones de evacuación.

<< No tendré tanta suerte >> pensé y me volví a la ventana concentrándome en el ruido amortiguado que llegaba de los motores.

Me llevé la manga de nuevo a la cara y noté el olor a fresas de Bella mezclado con el perfume a madera de Jake. Sin darme cuenta mis dedos empezaron a desprender aquel olor. No controlaba mucho aquello pero sabía que parte del don de sigilo llevaba consigo la característica de reproducir olores. Sólo lo había hecho una vez, cuando encaré aquel vampiro rubio en la cabaña y fueron los nervios los que habían actuado. Sin embargo, ahora podía notar el cálido efluvio que destilaba la piel de mi mano y que olía exactamente a él.

Cerré los ojos y le vi.

Con una claridad sorprendente noté su tacto en mi cara, juntando nuestras frentes mientras la lluvia nos empapaba. Noté la presión de sus labios ardientes sobre los míos y cómo su aliento pasaba a través de mi garganta, haciéndome perder el control de mi mente y mi cuerpo. Una oleada de sensaciones me había aguijoneado desde todas partes y el mundo se había vuelto diminuto, inexistente. Sólo era consciente de la luz cegadora que él irradiaba. Sólo él y yo, nada más. Seth había entrado en mí de esa forma tan vehemente y por primera vez me noté entera, sin que ninguna parte de mí fallara.

Respondí a su beso abriendo mi boca y saboreé su sabor deseando más, hasta que los cuerpos me estorbaron y entré en su mente, percibiendo aquel amor de una manera tan inmensa que me sobrepasó. En respuesta, mi ser enteró se aferró al miedo con la misma intensidad como la que él sentía.

Y aquel miedo venció.

<< Aguanta. Sólo un poco más >>

El avión aceleró y noté cómo el estómago se encogía al despegar. Abajo quedaba todo mi mundo.

Agucé el oído como una idiota creyendo oír un aullido lastimero.

Todo eso quedaba atrás, ahora me debía enfrentar a un destino incierto.

Sola.

Sin nadie a quien pudiera herir, sin nadie a quien arrastrar a mi infierno. Sin nadie a quien condenar.