-- -- -- Sol-Naciente: Capítulo 29.- Seth (1ª Parte)

lunes, 24 de enero de 2011

Capítulo 29.- Seth (1ª Parte)

El alba trajo una paz incómoda; al menos, yo me sentía así ante la aparente normalidad. Para Ish fue una bendición que la oscuridad acabase con el supuesto horario de sueño y parecía extrañamente animada, como si de pronto se hubiera quitado un peso de encima. No fui la única que pensaba aquello, pues percibí cómo Alice la miraba de reojo estudiando sus reacciones. En cuanto llegó Seth, insistió en salir a dar una vuelta con él, a solas, lo que incrementó esa extraña sensación de incomodidad.

Después Nessie, Edward, Jacob y yo salimos también a pasear. Intentamos evitar el rastro que había dejado Seth para darles algo de intimidad y cazamos por el noroeste.

Jacob se inclinó pesadamente hacia delante y se dejó caer a plomo contra el suelo. Apoyó su espalda en un viejo árbol enmohecido y estiró las piernas. El juego de luces que se filtraba a través de los escasos claros de las copas le daba un aspecto cansado.

A lo lejos pude escuchar la risa de la niña ante los juegos de su padre.

- ¿Qué tal anoche? – me preguntó en tono casual, pero pude percibir en su gesto una nota de preocupación.

- Normal – con todo lo que ello implicaba, pesadillas incluidas -. ¿Por?

- No sé. La noto distinta hoy, pero no sabría decirte qué es.

- Jake, tienes un aspecto pésimo.

- No ha sido una noche muy tranquila – me confesó.

- ¿Sam? – me aventuré.

Resopló fuertemente y se llevó la mano a la cara mientras ponía los ojos en blanco.

- Afortunadamente, anoche Sam no tenía nada que decir – dijo carraspeando la garganta.

Tuve la fuerte sensación de que me había perdido gran parte de esa historia pero lo de hoy, al parecer, iba por otros derroteros.

Esperé a que terminara de dar un gran bostezo y luego relajé mis piernas, sentándome también en el suelo.

- Ayer por la noche Sue se presentó en casa con Seth para pedirme que impidiera que su hijo se marchara con Ish. Me parecía raro que aún no hubiese dicho nada pero finalmente estalló, por decirlo suavemente. Por suerte mi viejo me salvó el pellejo y se ocupó de hacerle comprender que Seth ya no es un crío. Ella no lo ve igual. No comprende lo que siente. Creo que nadie jamás ha estado más convencido de que ha encontrado a su media naranja - bajó los ojos sin llegar a ocultar del todo una leve sonrisa irónica -. ¿Qué pasó anoche? ¿A qué se debe ese cambio de humor tan repentino? Y poco natural – añadió en un susurro.

Repasé la velada.

- Rosalie, Esme y Alice le estuvieron hablando de viajes y países, destacando lo bueno y lo malo de cada uno; intentaban ayudarla a concretar su destino. Más tarde ella nos explicó que Edward le había dado más detalles del viaje que había planeado hacer en su año sabático, cuando su vida aún era normal. Cuando se durmió, empezaron de nuevo las pesadillas, igual que las anteriores noches. No ocurrió nada más. A eso de las cuatro desistió de intentar dormir y seguimos charlando.

Entonces una bombilla se encendió en mi mente con tal intensidad que debería de poder ser visible fuera de mí.

Esme había hecho un comentario quitando importancia al destino. Exactamente había dicho: << Mientras estéis a salvo no importa el destino; seguro que a Seth le da igual>>.

- A pesar de que él no tenga necesidad de ese viaje – susurré citando su respuesta y un gélido escalofrío recorrió mi columna vertebral de principio a fin. Tuve la necesidad imperiosa de ver a Ish y comprobar si mis pensamientos eran erróneos.

Jacob se incorporó de un salto cuando salí disparada en busca de Edward y Nessie.

La encontramos enseguida, a tan sólo unos kilómetros al este. No había rastro de Seth. Edward se aproximó a ella con un gesto de clara preocupación dibujado en su rostro.

- Basta – suplicó Ish. Su cuerpo se estremeció y desvió la mirada de Edward, evitando los ojos del resto –. Lo siento, pero no creo que tú seas el más indicado para decirme esto – su voz, que sonaba increíblemente distante, se apagó y en el rostro de mi marido apareció aquella mirada de sufrimiento y culpa que yo ya conocía. Me desplacé hasta él y, sin apartar la mirada, busqué a tientas su mano izquierda. Cuando la encontré presioné el anillo de su dedo anular, el único anillo que él portaba y asió mi mano con fuerza.

Hacía ya una eternidad Edward se había alejado de mí intentando de ese modo protegerme y aquello había sido el error más doloroso que ambos habíamos sufrido.

- No te vamos a permitir que te marches sola, es una locura – le dije después de un rato girándome lentamente.

- Tú tampoco puedes decirme eso – al terminar de pronunciar la frase alzó los ojos hasta mí y reconocí en ellos aquel vacío producido por un enorme pozo oscuro abierto en el centro del alma, como si su conciencia buscara de forma instintiva aquella sensación de aturdimiento infinito, previniendo el daño, dejando que la nada ocupara todo el espacio de su ser antes de que llegara el dolor-. Tú te alejaste de Charlie cuando le creíste en peligro - su voz sonó firme y no pude evitar preguntarme cómo era capaz de tal control de sus sentimientos.

- Será mejor que vayamos a casa – sugirió Edward.



- Ayúdame – la voz suplicante de Ish me pilló desprevenida y miré sorprendida a Edward.

Ambos se habían detenido a unos pocos pasos del porche de la casa y sus ojos se miraban fijos. Edward endureció su semblante. Él prefería mantener esa conversación en privado, pero yo no pensaba quedarme fuera.

- A qué – solté inquisitivamente - ¿Te está pidiendo que la ayudes a quitarse de en medio?

- ¿Cómo? – Jacob apareció de entre los cedros con el ceño fruncido-. Me da igual lo que te conteste, la respuesta es no.

Se encaró a ella y buscó su mirada con los ojos cargados de determinación.

- No se refiere a eso – le corrigió Edward.

- No, claro. Es una versión adaptada de lo que le pediste a Jasper, ¿no? – inquirí con la voz dura.

- ¿De qué hablas? – se quejó Jacob.

– Edward, no lo hagas, no lo hagas – aquello sonó como una orden desesperada y supe enseguida que era inútil. Ella había tomado la decisión y Edward no intentaría convencerla.






Le resultaba tan fácil que era ridículo. A cada razón que le dábamos ella tenía una buena réplica. Resultaba tan frustrante oírla hablar con esa rara entereza que no terminaba de parecer ni segura ni fingida.

- ¿Voy a tener que morderte para que veas de lo que soy capaz? – le amenazó Emmett de forma sarcástica –. Si piensas que cualquiera puede venir y hacer daño a los Cullen es que te faltan un par de recuerdos en esa cabecita tuya.

-Sé muy bien de lo que sois capaces. Pero he de insistir que el plan sólo funcionará si en verdad me voy por mi cuenta, sin vuestra ayuda. Sin nadie – puntualizó con una extraña mirada en sus ojos.

Estaba segura de que cada uno intentaba en privado pensar alguna razón mejor que las otras y que Ish no pudiera rebatir.

- No lo hagas, por favor – la voz estrangulada de Esme rompió el silencio, entrelazando nerviosa los dedos con su compañero.

- Ish, debes entender que Jasper tiene razón. Tus posibilidades de sobrevivir sola son muy pequeñas – dijo Carlisle.

- ¿Qué crees que haces? – irrumpió Leah a gritos sin molestarse en llamar o cerrar la puerta -. ¿Sabes a lo que se ha tenido que enfrentar mi hermano para convencer a mi madre de marcharse contigo? ¿Acaso estás loca?

La férrea fachada de Ish se disolvió por un segundo y percibí cómo su rostro se contraía por un profundo dolor interno. Necesitó algo más de un minuto para poder hablar.

- ¿De verdad quieres que tu hermano me acompañe? ¿Qué pasaría si nos encontraran? ¿Lo has pensado? – Ish mantuvo la mirada a la quileute mientras ésta se aproximaba hasta ella.

- Mi hermano sabe defenderse – sentenció con los ojos brillantes por la furia.

- Creo que tu hermano no estaría en las mejores condiciones para luchar. Mientras yo esté cerca, será vulnerable. Soy su punto débil.

Jasper aspiró con fuerza y sospeché que esa idea la había sacado de su cabeza.

- Yo iré con vosotros. Incluso creo que podría convencer a Embry para que se apuntara - mantuvo intensamente la mirada con Ish esperando una respuesta y temí que ella estuviera rastreando a los demás en busca de ayuda.

- No pienso condenaros a vosotros.

- Eso ya es tarde para Seth – pronunció el nombre de su hermano con una lejana pincelada de irascibilidad y entró un poco más en el salón colocándose al lado de Jacob, que permanecía de pie –. Nadie quiere que te vayas sola.

- No tenía pensado ir sola – contestó en un tono amenazante –. Creo que podría contactar con Nicolás.

Aquel nombre explosionó al salir de sus labios con tanta potencia que me impidió escuchar el resto de la frase. Todo se paralizó, incluso el aire pareció dejar de fluir. Mi mente cayó en una espiral de recuerdos. Aquel pálido y bello vampiro guardaba demasiados secretos directamente relacionados con Ish, con su conversión, su búsqueda y la extraña obsesión que sentía por ella.

¿Estaba en verdad dispuesta a volver al lado de aquel ser cuya presencia le había atormentado tanto?

- ¡Es mentira! – chillé dando un paso hacia delante.

Ish cerró la boca dejando una palabra a medias. Me giré para mirar a Edward y percibí un brillo de victoria en sus ojos.

- No es verdad –repetí, pues necesité escucharlo una segunda vez para asimilarlo bien –. No vas a avisar a nadie. No tienes ninguna intención de recibir ningún tipo de ayuda.

No percibí ira en su mirada cuando me observó con los ojos duros.

- Eso es una locura – terció Jacob adelantándose también.

- Ni siquiera lucharás, ¿verdad? Tal vez sólo lo justo para…

- No voy a dejar que me maten – replicó la decani con voz cortante, mirando enfurecida a Jasper.

- Pero lo prefieres a que te conviertan – continuó Jasper y Edward le lanzó una mirada de alegría contenida.

- ¿Pero qué demonios piensas? – Rosalie la encaró con los ojos fuera de sus órbitas.

- No puedes hacer eso - le reprochó Leah aún con voz más dura y se colocó a su lado-. ¿Simplemente te vas a dejar matar?

- ¿No es algo que tú hubieses preferido? – acusó a Rosalie.

- Pero tú tienes otra opción – contestó la vampira sin inmutarse por el comentario –. ¡Vive con los lobos!

- Con nosotros estarás a salvo. Ellos no pueden localizarte, ¿no?

- ¿Cómo os van a encontrar? –añadió Rosalie

- Lo siento – Ish negó con la cabeza. Parecía dispuesta a no aceptar ningún tipo de alternativa.

- Escúchalas – intervine intentando ocultar mi desaliento – .Tú nunca le has leído la mente a los licántropos. No sabes de lo que son capaces. Con tres lobos a tu lado y los dones que ya tienes seriáis prácticamente intocables.

- Puedes notar si vienen a por vosotros, escuchar si alguien tiene sospechas – apuntó Leah y por un breve momento tuve la certeza de que quizá pudiésemos conseguir que se lo replanteara.

- ¿Y condenaros a vivir en una huída constante? – su voz se alteró por la desesperación.

- Creo que aún no comprendes que mi hermano prefiere cualquier tipo de vida a tu lado que estar sin ti.

Aquello resultó demoledor. El muro que había levantado alrededor de sí misma se difuminaba y por primera vez no encontraba argumentos en los que apoyarse. Su cuerpo se estremeció y respiró descompasadamente un par de veces antes de volver a erguirse.

- Se recuperará – contestó con un hilo de voz.

- ¿Cuántas mordidas dices que le quedan? – preguntó Rosalie al aire.

- ¿Te la sujeto? – le contestó Leah en un tono desafiante.

- Chicas, basta – intervino Carlisle con aire autoritario.

Pero ninguna de las dos se movió. Estaban tan cerca las tres que casi podían tocarse.

El ambiente no se relajó. Simplemente permanecimos en silencio.

Apreté los labios con fuerza y tiré de Edward hacia el exterior. Intenté contener la voz pero sonó rasgada por la furia y la frustración.

- No sé por qué no has intervenido ni cómo te ha convencido para que lo hicieras.

Pero no me dejó terminar. Pasó su mano por mi cintura y continuó empujándome, alejándonos de la casa con rapidez.

- Está a punto de derrumbarse – me siseó cuando nos detuvimos –. Para ella usar mi don le supone mucho esfuerzo y ya no puede más. Le prometí que no intervendría. Te lo explicaré luego – dijo al ver mi expresión recelosa –. Creo que aún nos queda una baza.

No hizo falta que me explicara lo que había pensado; el brillo de sus ojos delató su idea.

5 comentarios:

  1. si estan geniales estos ultimos capitulos wow ya kiero saber como sigue

    ResponderEliminar
  2. AHHH KUAL SERA LA GRAN IDEA DE EDWARD...AHHHHHHHHHH KIERO SABER..... POR FAVOR NO TE DEMORES MUCHO...
    Y DEFINITIVAMENTE NO HAS PERDIDO TU DON ERES REALMENTE MAGNIFICA ESCRIBIENDO

    ResponderEliminar
  3. chik m tienes realmente sorprendida.. tienes una imaginación magnifica.. m enknta la historia.. t felicito ... espero el proximo kpitulo...

    ResponderEliminar
  4. eres increible escribiendo hace rato sigo tu historia y esta bastante buena te felicito por tu imaginacion

    ResponderEliminar